EL HOMBRE DE DAVOS NO HA CAMBIADO.
Por Francisco Javier Romero Montes.
(Profesor de la UNMSM).
Davos es una ciudad situada a 1560 metros de altura, cercana
a la ciudad de Zúrich, rodeada de montañas, en el territorio Suizo. Aquí tiene
su cede el Foro de Davos desde su creación en 1971. Fue su fundador Klaus M. Schwab,
profesor de la universidad de Ginebra, quien en esa oportunidad invitó a 444
ejecutivos de compañías Europeas, en el centro de convenciones de Davos. En la
actualidad los invitados superan las 2500 personas. Se trata pues de una
reunión de empresarios que abonan 20,000 dólares por cabeza, por su asistencia
al evento.
El objetivo del Foro consiste en construir un mundo mejor
involucrando a personas que tienen poder para cambiar el mundo, definir retos,
soluciones y medidas, siempre con la mirada puesta en los ciudadanos. A
propósito, Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía, recuerda que el año
1995 “había euforia por la globalización, esperanza por la transición de los
países ex comunistas al mercado y confianza en que las nuevas tecnologías
abrirán nuevas perspectivas de las cuales
todos se beneficiarán. Las empresas mancomunadas con el gobierno
liderarían el camino”.
Pero nada de esto ha sucedido, durante los 50 años de la
existencia del Foro, desde su creación en 1971 y el año 2020 en el citado Foro
Económico Mundial de las élites empresarias y políticas del mundo de Davos. Los
empresarios sólo han velado por la
ganancia de sus accionistas, pero no tuvieron en cuenta factores como el trabajo, que se preocupa por el bienestar de los
trabajadores, la sociedad y el medio ambiente, tal como lo han declarado, en
los Estados Unidos, las 181 grandes empresas que forman parte del “Business
Roundtable” (Organización de empleadores).
Hace unas semanas, el Premio
Nobel de Economía del año 2001, Joseph Stiglitz, después de apreciar la agenda
de la reunión que se realizó, entre el 21 y 24 de enero último, lanzó la siguiente pregunta ¿El hombre de Davos ha cambiado?. Es necesario reconocer que en la actualidad
existe un problema en el cumplimiento de estos propósitos. Tal como lo reconoce
el propio Stiglitz tenemos que entender que las causas de los malestares
sociales van más allá de maximizar el valor de los accionistas. En la raíz del
problema está la fe excesiva del neoliberalismo en los mercados y el escepticismo
del gobierno que apuntala una agenda política centrada en la desregulación y
los recortes impositivos. Después de un
experimento de 40 años podemos declarar que todo esto ha sido un
fracaso. El crecimiento ha sido más lento y la mayoría de las ganancias quedaron
en manos de los de arriba, al margen de la falta de consenso entre los líderes
empresarios.
Los empresarios no han pagado la parte que les corresponde de
los impuestos, reduciendo la evasión fiscal de las empresas multinacionales, garantizando que los países en desarrollo
reciban una porción justa de los ingresos fiscales. Estos desaciertos han dado
lugar para que muchos consideren, al Foro de Davos, como un templo del
Capitalismo, en el que grupos de
plutócratas decidan el destino del mundo. Su fundador Klaus Schwab como respuesta sostiene su lema de: “comprometidos a mejorar
el estado del mundo y construir un mundo más sostenible e inclusivo”.
Del hombre recolector y nómade al hombre productor y sedentario.
El destino del hombre es construir una sociedad que le
permita dominar el mundo. Por eso, en un primer momento de la prehistoria
encontramos el periodo paleolítico en que el hombre se organiza a través de la
caza, la recolección y la pesca, para lo cual debía ser nómade y salir en busca
de nuevos recursos cuando estos se acababan en la zona. En un segundo momento,
viene la primera Revolución Neolítica
que tuvo que ver básicamente con el desarrollo de nuevas formas de vida
que transformaron al ser humano cazador, recolector y nómade en un hombre
productor y sedentario.
Posteriormente el hombre, hasta el momento, ha dado cuatro
gigantes pasos más, que la historia los caracteriza como cuatro revoluciones y
que son las siguientes:
La primera revolución, que se da en Inglaterra el año 1786, con la aparición
del vapor como medio de producción, tales como el telar mecánico y la
locomotora. La segunda revolución es marcada con la aparición de la
electricidad, en 1870, que se da también en Inglaterra, Europa Occidental,
Estados Unidos y Japón, apareciendo la bombilla eléctrica,, el radio
transmisor, el automóvil de combustión. El tercer cambio revolucionario, hace su aparición durante los últimos 30 años
del siglo XX que impulsa la aviación, la era espacial, la energía atómica, la
cibernética, los ordenadores personales, la producción del internet. Finalmente,
la revolución actual, caracterizada por la aplicación del internet a la
industria, la tecnología de la información, dispositivos inteligentes
conectando a redes, la robotización en producción, almacenamiento y distribución
con dones.
Volviendo al hombre de Davos, es pertinente recordar el
pensamiento fisiócrata que sostenía que los recursos de la actividad económica
son el capital, el trabajo y la tierra, aspectos que el Foro de Davos, ni lo
menciona. Luego, como se puede lograr
superar los inconvenientes de los 50 años si no logramos equilibrar y armonizar
dichos recursos. Como dice el Premio Novel de Economía, sino estuvieron en el
centro de la discusión las reformas que podrían aumentar el poder de
negociación de los trabajadores, a quienes se les ignora totalmente en el
evento, a través del fortalecimiento de los sindicatos y la negociación
colectiva, a pesar que Europa esas reformas están entre las prioridades de la
nueva agenda de la Comisión Europea. Mientras estos problemas no sean superados
no se podrá maximizar el bienestar de la sociedad, y los empresarios seguirán
defendiendo sus propios intereses.
Tiene que existir un nuevo tipo de capitalismo, que Stiglitz
lo califica como un capitalismo progresivo
que implique un mejor equilibrio de
gobierno, mercados y sociedad civil. Los
empresarios deben pagar impuestos y salarios dignos, para empezar, y que
respeten y hasta defiendan las regulaciones gubernamentales para proteger
nuestra salud, nuestra seguridad, nuestros trabajadores y sobre todo el medio
ambiente.
De manera que muy bien podemos responder a la
interrogante formulada por el Premio Novel de Economía, en el sentido que “el
hombre de Davos, no ha cambiado ni ha cumplido
los objetivos propuestos por Schwab en
1971.
26/02/2020/
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