EN EL PERÚ SÍ ES POSIBLE EL CAMBIO
Francisco Gómez Valdez
1. Contexto histórico general
Pronto los peruanos cumpliremos
200 años de vida republicana, agregando los casi 300 de Virreinato medio milenio
histórico nos separan a la fecha si sumamos ambos periodos, lapso en que lapidar
nuestros recursos mineros ha sido la constante, manteniéndonos inmerso solo en
la explotación impertérrita de una economía primaria sin ninguna explicación
válida, a no ser que se pertenezca al cogollo de quienes han gobernado este
país, ya que la riqueza racional acumulada por dicha actividad debió servir de
sinergia para potenciar otras actividades innovadoras o, cuando menos, asegurar
debidamente la educación, salud e investigación científica y diversificando la
economía prohibiendo los monopolios, del modo cómo los países hoy llamados
maduros lo hicieron hace más de un siglo con las escasas riquezas que poseían.
Ser país rico ha sido en sí mismo el reverso de las aspiraciones mayoritarias
de nuestra población: sufrimos del síndrome holandés o el venezolano.
Las oportunidades que el Perú
tuvo durante la República para enmendar estos anómalos rumbos han sido escasas.
Se señalan como ejemplos los gobiernos de Castilla, Velasco, y al reciente y actual
Congreso de la República luego de la vacancia de Vizcarra; pero la pregunta es saber
el porqué de esta postura, sobre todo, en lo que respecta a lo último vertido.
Las respuestas son: el
caudillismo de los dos gobiernos militares señalados permitió realicen reformas
profundas al sistema; pero no permanecieron en pie por mucho tiempo, ya que con
prontitud la nueva normalidad económica se reacomodó para mantener el statu quo, y en medio de esta opacidad quedaba
en el olvido la reforma y satanizado lo modificado. O sea, la idea de cambio en
el medio ha sido maledicente, y los grupos de poder así lo han perpetuado para que
nada, ni siquiera lo más mínimo cambie. En silencio señalan que si dan algo a
las mayorías no tardarán en pedir más; por lo tanto, todo queda reducir a
mantener las cosas del mismo modo, y sí alguna revuelta para modificar el
sistema se produce, tuvieron a la mano los golpes de Estado y, en los últimos
tiempos, con sutileza o abiertamente al Tribunal Constitucional.
Mientras que las reformas de Castilla se enfocaron
en la parte institucional, económica, militar y de algunos aspectos sociales
acuciantes de inicios de la República; Velasco en cambio fue mucho más allá, al
acordar reformas sociales jamás dadas en el país, corroborándose por primera
vez que lo social ajustando a lo económico tiene por resultado mejorar a las
colectividades; que diversificando la economía se acuerda trabajo decente a más
peruanos; que participando los trabajadores en la gestión de la empresa permite
su democratización, dejando de lado la tesis de que el trabajador ante su
empleador lo une solo un contrato de trabajo, participación que logró acceder a
salarios más justos como jamás se habían distribuido en el país. Los estándares
de trabajo decente y remunerativos de entonces a la fecha pese a los años
transcurridos y a la modernidad que se repite existe, no han sido superados. Finalmente,
el Estado, cual promotor de la economía compitió con los privados para
agenciarse de mayores rentas para encarar los desafíos en píe, al mismo tiempo
que acordar más empleo a favor de quienes el sector particular no prodigaba.
Dentro del continuo sufrimiento de nuestra
sociedad, para beneficio de los grupos de poder Alberto Fujimori con una
astucia rampante jamás exhibida, ya que si bien por la dominación de clases es
lo extranjero lo que deleita a aquéllos, a quienes sirven con frenesí
parasitaria con sus contactos internos; sin embargo, este personaje solo había
llegado a ser profesor universitario; es decir, lejos de representar al extranjero
todopoderoso que arriba al país con dinero para multiplicarlo más del ofrecido
en otros lugares, y sin más llegó al poder con un mensaje de cambio, y unido al
siniestro Vladimiro Montesinos y a la oligarquía de siempre, con prontitud el
alegado cambio no solo significó perpetuar el statu quo ya conocido; sino hacer retroceder al país en valores,
educación, salud, libertades públicas -privadas y públicas-, déficits
socio-económicos suplidos por los monopolios y oligopolios privados concentrados
en tres banqueros que, con la multiplicación de sus empresas degradaron la
versatilidad y ampliación de la economía al arrasar el control de todas las
actividades económicas posibles y pensables porque controlan el 70% del ahorro
interno, generadores, además, de la informalidad que hoy es igual a la que existió
a inicios de la República: 72%, y, con la pandemia probablemente bordee el 75%,
porcentaje con el cual es imposible hacer ninguna mejora socio-económica.
Recordemos que los países desarrollados en sus inicios también fueron
informales, y mientras ellos lo revirtieron; nosotros lo hemos perpetuado.
Este embrión de dictador para
apoderarse del poder y convertirse en tal ejecutó los siguientes consabidos
actos: satanizó a los partidos políticos, solicitó y obtuvo de los grupos
políticos conservadores del Congreso las consabidas facultades legislativas
para normar la política económica vía decretos legislativos, y sin mayor demora
promulgó como jamás había ocurrido nada parecido 126 de esos decretos, buena
parte de ellos al margen de las facultades acordadas que, al ser motivo de observación
por el Congreso, fue el pretexto para cerrarlo y al Tribunal Constitucional por
una decisión que no lo beneficiaba, copar el Poder Judicial y el Ministerio
Público, controlar al capricho las empresas del Estado. Sin corsé y apoyado por
las Fuerzas Armadas con la que llevó a cabo el último golpe de estado de 1992, se
convirtió en el primer dictador civil con la anuencia de los países dominantes.
El caso es, que cada dictador
peruano a la usanza de viejas prácticas redacta su propia Constitución
Política, y Fujimori no fue la excepción, ya que el retroceso
socio-económico-político alcanzado y por alcanzar debía mantenerse bajo esta
patente, y en 1993 luego de un referéndum amañado lo logró señalando que esta
Carta proponía una disciplina fiscal, el Estado se deshacía de cualquier acto
promotor económico porque eran las empresas particulares que debían controlar
la economía, el bienestar social ni por asomo fue invocado, la educación y
salud dejaban de ser derechos fundamentales, tomando la posta de ellas el
sector privado, se exoneraron numerosos impuestos a las grandes corporaciones.
El Estado fue desmantelado, la tutela general deshecha, sus instituciones
civiles desposeídas y precarizadas. Se impuso una política económica
neoliberal, es decir, de corte vertical donde ninguna oposición por mínima que
sea se permite, pues es acallada de inmediato ya que la prosperidad de la
economía bajo este nuevo modelo permitirá, después, el bienestar general de la
población.
Dos son los logros que después
de 30 años aún se señalan como loables de esta prolongada dictadura: la
estabilidad económica –propiamente macroeconómica- por el corte de la inflación,
apertura al mercado internacional y créditos del exterior, y combatir al
terrorismo de Abimael Guzmán, quién con su sangrienta proclama de tomar el
poder con el fusil, controlar hasta antes de 1990 buena parte de la sierra y
selva del país, al término de sus andanzas se estima la pérdida de vidas,
conservadoramente, de 23,000 personas y 20 mil millones de dólares de pérdidas
económicas. Lo que no se dice es que la inflación, castigo que los ciudadanos a
pie sufren al desposeérseles sus ahorros por indebidas desviaciones económicas
del Estado, el año referido alcanzó la cifra descomunal del 7,650%. Nadie
olvida cómo esa inflación fue sofocada por el entonces Ministro de Economía
Hurtado Miller, reduciéndola al 10.2% cinco años después; para luego colocarse
en el 2.2 % en el 2018; empero, al reducirse al 10.2%, salvo la clase dominante, todos los peruanos
perdieron la totalidad de sus ahorros internos existente en moneda nacional, se
licuaron del sector público y privado 3 millones de puestos de trabajos
decentes, jamás recuperados; 5 millones de peruanos pasaron a ser pobres
extremos y la pobreza llegó a límites no vistos: 12 millones de personas, las
remuneraciones reales se redujeron en el 40%. Con esta política económica
irracional y bárbara es fácil hallar la buscada estabilidad económica e
institucionalidad pregonada como logro económico del proyecto. Este devaste
socio-económico es similar a la que está prodigando la actual Pandemia.
Con respecto a la capitulación
de Sendero Luminoso, sabido es que Fujimori no estuvo enterado del GEIN, cuerpo
policial especializado encargado de la captura de Abimael Guzmán, compuesto
básicamente por policías con formación académica que, sin ella, valores y
deontología hubiera sido difícil lograr lo propuesto, a los que se unió otro
grupo operativo policial. De otro lado, azuzando la existencia del terrorismo
los servicios de inteligencia hicieron de las suyas con el indicado Vladimiro
Montesinos a la cabeza, convirtiendo al Perú en país narcotraficante. Lo propio
aconteció con la enorme corrupción que enlodó a las Fuerzas Armadas,
resquebrajando su moral, sobre todo, en la guerra con el Ecuador.
Lo que se pensaba sería el
derrumbe total y sin atenuantes de este proyecto político abyecto, toda vez que
su mentor Alberto Fujimori desapareció del país, llegó a un paraíso fiscal de
donde renunció vía fax a la Presidencia, adoptó la nacionalidad japonesa al
igual que su parentela más próxima, también acusada de malversaciones sin
límite, agobiando aún más la dignidad del país. Capturado por sus acciones y
sentenciado a penas extremas por sus extremados delitos, al igual que su sin
par, Montesinos, era de esperar que este desvarío político había llegado a su
fin. Pero no fue así, debido a que los presidentes que lo sucedieron, salvo el
de Transición de Valentín Paniagua, el de Toledo, Alan García en sus dos
gobiernos, Humala y Kuczynski enarbolaron la idea de que eran sus seguidores;
en todo caso, mantuvieron el modelo económico dejado por el ácrata y, lo que es
peor, no proscribieron ni combatieron al partido fujimorista, generando la idea
de que esta perfidia política tenía espacio político, situación aprovechada por
su hija, Keiko Fujimori y, ahora, por toda su familia incluida su divorciada
esposa a la que sometió a bárbaros maltratos con la anuencia de la indicada
hija. El fujimorismo quedó no solo intacto; sino que, apoyado por dinero mal
habido, el obtenido de la corrupción, y el de la rancia oligarquía que se
benefició desproporcionadamente en su oncenio gubernamental, la mencionada hija
ha tenido protagonismo político después del apresamiento del padre; ha
participado en tres contiendas electorales emulando y en la sombre a éste del
que hace ver su grandeza y destreza política; pero calla sus tropelías, no
obstante haber estado cerca de todas ellas, al suplir a su madre en tanto
“primera dama”.
2. Contexto histórico particular caótico
El 28 de julio de 2016 juramentó Pedro Pablo Kuczynski
Godard como Presidente de la República, período 2016-2021; en segundo lugar
quedó la Sra. K. Fujimori que en un gesto antidemocrático no solo no reconoció
al vencedor, sino que al juramentar sus 73 congresistas de los 130 electos
expresó: que con esa mayoría pondría en plaza su proyecto político con el que
había perdido las elecciones, haciendo ver que su partido que representa el
oprobio nacional se daban maña para estar presente en la escena política nacional,
y en esta ocasión controlando al primer poder del Estado.
La propuesta política llevada a cabo en contra del
Presidente fue de corte obstructivo, al denegar la cuestión de confianza del
primer gabinete presidido por Fernando Zavala, censuró a cuanto ministro de
Estado podía y proponía reiteradamente su presentación al Congreso, maniatando
así cualquier labor legislativa. Al defenderse el Poder Ejecutivo de estos
atropellos permitió ejercer la primera cuestión de confianza al Congreso, por
la censura realizada contra la Ministra de Educación, Marilú Martens, moción de
confianza denegada por una amplia mayoría.
La revancha política a esta moción de censura fue la
moción de vacancia contra el Presidente Kuczynski por el caso Odebrecht, por
maniobras lobistas que realizó bajo la sombra de algunas de sus empresas, y que
ha permitido apresar a todos los presidentes posteriores al reinado de Fujimori,
estando en vilo la misma K. Fujimori por este mega caso de corrupción. Este
Presidente para no agravar su situación personal renunció al cargo, impidiendo
progresar la iniciada moción de vacancia, apoyada abiertamente por el APRA con
el que K. Fujimori había hecho entrañable alianza para proteger a su líder Alan
García y, curiosamente, dentro de todo este tumulto político Kuczynski concedió
el indulto a Alberto Fujimori.
El primer Vicepresidente de Kuczyski, Martín Vizcarra
Cornejo lo relevó el 23 de marzo de 2018, gobierno caracterizado por el
constante enfrentamiento con el Poder Legislativo, llegando a su punto más
álgido al producirse el 30 de setiembre de 2019 la segunda denegación de
confianza y con ella la disolución del Congreso producida en setiembre de 2019;
se fijó fecha para convocar a elecciones congresales para culminar el período
presidencial al 2021. Participó K. Fujimori, y el castigo recibido del pueble
fue que de 73 congresistas que registró en la convocatoria anterior, en esta
ocasión sólo obtuvo 15; pero igual mantuvo en menor escala el pacto de inestabilidad
política; siendo activa para vacar a Martín Vizcarra por incapacidad moral
permanente en la sesión del Pleno del Congreso del 9 de noviembre de 2020,
asumiendo el cargo el 10 de noviembre de 2020 el Presidente del Congreso Manuel
Merino de Lama, quien no lo mantuvo por mucho tiempo debido a las manifestaciones
y protestas nacionales, provocando que el 15 de noviembre de 2020 renunciara,
al igual que los miembros de la Mesa Directiva del Congreso de la República.
Todo este caos determinó que se instaurara un gobierno de transición, saliendo
electo Francisco Sagasti Hochhauler, juramentó el cargo el 17 de noviembre de
2020 para cumplir su mandato hasta el 27 de julio de 2021.
3.
El Nuevo Congreso que complementa el período 2016-2021:
los cambios sociales realizados
El 26 de enero de 2020 por la disolución del Congreso se
realizaron elecciones congresales extraordinarias para elegir a los 130
congresistas y así concluir el período presidencial 2016-2021, instalándose
para cumplir 3 legislaturas del 16 de marzo de 2020 al 16 de julio de 2021. El
inicio de este período coincidió con la declaratoria de la pandemia del
Coronavirus, situación
sanitaria
nacional y mundial sin precedentes. Fue gracias a esta elección que K. Fujimori
retrocedió y su aliado, APRA, salió del escenario político, y por lo visto en
las elecciones del 2021, habría llegado su ocaso.
Todo esto fue gracias a la
figuración espectacular de un modesto partido político, el FREPAP, del que las consabidas
encuestadoras ni siquiera lo tuvieron en cuenta; pero que, sin embargo,
lograron tener 15 curules que sumadas a otras más empáticas con el cambio que
exige el país, y pese a la postura obstructora de K. Fujimori (Fuerza Popular),
se dictaron leyes encarpetadas durante 30 años, otras como las que tienen que
ver con la devolución de las aportaciones a las AFP o de las CTS de los
trabajadores, que, como era de esperar, a despecho de que es un dinero en manos
de los banqueros por encargo legal, es decir, es un dinero que no es de su
propiedad; pero pusieron el grito al cielo con el acompañamiento de la prensa
corporativa controlada por tres grupos que en sus manos tienen el 80%,
vertiendo de que todas estas leyes eran populistas, secundados estos reproches por
economistas macroeconómicos, exministros que en coro afinado salieron al frente
para hacer creer a la población de que lo legislado era ilegal. Lo cierto es,
que los banqueros jamás pensaron que el control impertérrito del Congreso en
manos de su aliada incondicional K. Fujimori nunca sería revertido; por ende,
hacer todas estas devoluciones de dinero que de manera masiva y casi gratuita
llegaron a sus manos, por los años transcurridos, seguramente pensaron que eran
de ellos, de manera indefinida.
Pero no solo se trató de las leyes
antes indicadas; sino que se promulgaron otras en favor de los trabajadores
públicos, para la protección de los profesionales de la salud que trabajaban en
la primera línea de combate contra el Coronavirus, el control político sobre la
conducción administrativa en el combate de este mal, la que suprime los
contratos-CAS, la negociación colectiva, las infracciones a los servidores
públicos e inhabilitación absoluta por presuntos actos ilícitos cometidos
durante la pandemia.
Para los trabajadores de la
actividad privada se aprobaron leyes sobre el régimen del trabajo agrario,
trabajo veterinario, trabajo quiropráctico, trabajo a distancia, trabajo
parcial, trabajo de discapacitados, trabajo de estibadores terrestres, trabajo
de porteadores, trabajadoras del hogar, sobre la suspensión perfecta de
trabajo, protección de los dirigentes sindicales, revisión de ceses colectivos,
el seguro para el trabajo, así como el seguro del trabajo riesgoso.
Quedaron aún para ser debatidas
la ley de creación del sistema integral de salud y pensiones, pago de
utilidades, modificación de ley de inspección de trabajo, mejoramiento de la administración
de justicia, modificación de la nueva ley procesal del trabajo, pago de los
intereses financieros en materia laboral; en fin, la ley general de trabajo.
Como se ve, sí fue posible
legislar y hacerlo en demasía en no más de un año y medio, con respecto a lo
normado después del gobierno de A. Fujimori en el lapso de cinco años. Así,
durante el gobierno de A. Toledo (2001-2006) se dictaron las siguientes leyes:
sobre las empresas especiales de servicios y cooperativas, sobre la
reafirmación de que la jornada de trabajo es de 8 horas diarias o 48 semanales,
reguló una vez más el pago de las gratificaciones de julio y diciembre, el pago
de alimentos a través de bonos no remunerativos, sobre los trabajadores de las
MYPES, la prevención y sanción al hostigamiento sexual, el control de la
jornada máxima de trabajo; y, finalmente el texto único de la ley de relaciones
colectivas de trabajo. En el gobierno de
A. Pérez (2006-2011) se promulgaron las leyes sobre la tercerización de la mano
de obra y la licencia paternal. Con O. Humala (2011-2016) se normó la salud y
seguridad en el trabajo, la ley general de la persona con discapacidad, la
creación de SUNAFIL y la ley del primer empleo. Durante P. Kuczynski, por lo ya
visto, no se dictó ley alguna, y lo propio sucedió con sus raudos sucesores, M.
Vizcarra y M. Merino.
Así pues, a lo largo de 5 años
de gobierno democrático cada Presidente solo promulgó no más de 5 leyes de
contenido social, haciendo ver el desprecio hacia este sector, la despreocupación
por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. En cambio, en el breve
tránsito del último periodo congresal, resulta trascendente el número de leyes
que se discutieron y aprobaron; por eso, que este ejercicio de apertura
democrática a nuevas fuerzas políticas dispuestas a que el cambio social en el
país se produzca, demuestra que sí es posible, aún en breve recorrido
legislativo como lo consagró el FREPAP presidiendo la Comisión de Trabajo y
Seguridad Social bajo la gestión de su presidente, el congresista Daniel Oseda
Yucra.
4. La perspectiva del nuevo congreso
Como es de conocimiento
general, contra todo pronóstico, para las elecciones generales, período
2021-2026, algo anodino se ha producido, ya que Perú Libre (Pedro Castillo) ocupó
el primer puesto alcanzando el 18.09% del total votos; mientras que Fuerza
Popular (K. Fujimori) el 13.40%, porcentajes que al primero le corresponde
alcanzar 37 congresistas, es decir, presidir 7 comisiones congresales; mientras
que a la segunda 24, o sea, ocupar 5 comisiones.
Se sabe que las comisiones
congresales ordinarias más codiciadas son: Economía e Inteligencia, Financiera;
Presupuesto, Producción, Constitución, Justicia, Trabajo y Seguridad Social,
Descentralización, Defensa del Consumidor, Salud, Agraria, Fiscalización. Una
acuciosa elección deberá ser hecha desde ahora por Perú Libre, ya que K.
Fujimori con más de 30 años de experiencia en estos avatares sabe y muy bien
qué hará para, a pesar de ser minoría, copar las mejores comisiones. Para que ello
no ocurra ha de contactarse a los profesionales más ilustrados de cada especialidad
de la comisión a adoptar, al mismo tiempo que a los técnicos legislativos, ya
que es gracias a este binomio que se redactan los proyectos de ley, el trámite
para ser admitidos, así como la discusión y aprobación tanto a nivel de Comisión,
cuanto a nivel del Pleno que es donde se aprueban las leyes. Sin embargo, las
autógrafas son remitidas al Presidente de la República para su aprobación,
quien no siempre ejerce esta misión debido a que es su potestad observarlas, y
es entonces que una vez más los expertos legales y técnicos habrán de elaborar
el documento que permita por insistencia proseguir con la batalla legislativa
para que el Congreso apruebe la ley, elaborar un allanamiento o aceptación de
las observaciones palaciegas. Más todavía, sí el Presidente ante la insistencia
de aprobar la ley, lleva el asunto al Tribunal Constitucional, es el equipo
convocado que deberá estar atento para proporcionar los antecedentes de la ley,
sus argumentos vitales, a fin de que el Procurador del Congreso realice su
mejor defensa en el señalado Tribunal. Estamos ante un verdadero sub mundo del
Derecho vía la producción legislativa, debido a que una ley es una disposición
de contenido universal y abstracta que crea, modifica o extingue derechos,
igual como se elabora un contrato particular, con la diferencia de que la ley
es el producto del pacto social que busca el bienestar general a través de los
congresistas electos que, se suponen, lo son porque la población así lo ha
dispuesto en la elección general.
Al tener la presidencia de la
mesa directiva del Congreso quien tiene mayoría parlamentaria, su potestad es
dirigir y adoptar las leyes más urgidas por la población, es el momento de
hacer alianzas con las demás agrupaciones políticas afines o, en última
instancia, con congresistas que estén de acuerdo con las propuestas a debatir.
Aquí, de la misma manera, se exige tener a los especialistas parlamentarios conspicuos
en asuntos políticos, ya que entramos al terreno de la apasionada política en
todo su esplendor.
5. El dilema de hallar finalmente el real y
verdadero cambio eligiendo al nuevo mandatario
Por primera vez una elección presidencial
en el Perú es ganada por un grupo de izquierda, aunque hay quienes la califican
de extrema; empero, al estar desdibujada la democracia en todos los países que
se reclaman tales por una serie de factores políticos impuestas desde hace
mucho, a fin de que el ganador virtual sea el que debe mantener el sistema, ese
ganador es por el momento un vencedor pírrico, ya que existe una segunda
vuelta, una cifra repartidora, el voto preferencial, etc. que a la postre son acomodos
que la clase política dominante ha creado para justamente menguar lo que la
cultura griega clásica entendió como democracia; es decir, que el ganador es
tal porque obtuvo la mayoría. El caso del Perú se halla en esta disyuntiva, y
al ser estas las reglas establecidas hay que acatarlas; por lo tanto, son dos
agrupaciones que se enfrentarán el 6 de junio 2021 y la población está en una
disyuntiva, debido a que un maestro de escuela del campo que jamás pensó estar
en este trance deberá disputar la primera magistratura con la Sra. K. Fujimori.
No viene al caso ejercer un análisis comparativo entre ambos contrincantes; por
eso, sintetizo el panorama político señalando que esta disputa será entre una
persona que probablemente la camisa la tiene ancha, que es sincero, que sabe el
padecimiento de las personas que andan a pie, que como dirigente sindical hará
presionar lo económico como lo ha hecho el actual parlamento de la República
para que lo social merezca atención en pro del bienestar general: salud –ataque
frontal al coronavirus-, educación –de calidad y gratuita-, trabajo –decente-,
innovación tecnológica –colocar a los peruanos en el siglo XXI; diversificar la
economía –abolición de monopolios y oligopolios- (Patria Libre); en cambio, la
otra es el continuismo del mercantilismos, ya que la camisa que tiene no solo
es estrecha sino que, además, usa corsé; es la clara obstrucción por el cambio;
el mantenimiento de los grupos de poder; o sea, perpetuar hasta donde sea
posible lo que a la fecha exhibimos como país después de 200 años de vida
republicana –cerca del 75% de informalidad-, riqueza injustamente repartida –
el PER CAPITA personal del 2019 fue de USA $7,180.00, el del 2014 fue de USA
$6,360.00; sin embargo, dentro de ellos están los pobres y extremadamente
pobres que sobreviven con USA $ 2.00 diarios o USA $60.00 mensual, lo que
quiere decir que debiendo tener un reparto, grosso
modo, como lo precisan las cifras macroeconómicas la realidad es otra,
demostrando así la pésima distribución de nuestra riqueza. Es así como se
maquillan las cifras para hacernos creer que vivimos en el mundo de las
maravillas; pero en números. Mas, si la RMV es S/930.00 x 14 meses al año =
S/13,020.00, que convertidos a dólares arrojas USA $3,472.00. Aquellos que
tienen un empleo arriban a ingresos que no superan los USA $4,000.00 al año, lo
que en buena cuenta nos indica las grandes diferencias de los montos percibido
por más de 30 millones de peruanos, determinando que el Perú es uno de los
países del mundo donde la inequidad en ingresos es ofensiva. Es decir, lo no repartido
al ciudadano común es trasladado en silencio a los grandes monopolios que,
obviamente, de manera alguna desean exista cambio alguno, ni siquiera el más
mínimo en salud o educación como lo dejó el fujimorato. Cada cual tendrá que
escoger entonces lo que considere mejor para salvar la encrucijada en la que
nos hallamos.
Sobre los técnicos que cada
grupo ha presentado, al menos Patria Libre lo ha hecho con científicos que se
encargarán de la innovación tecnológico y la ciencia apoyado por el Dr. Modesto
Montoya; en las ciencias médicas para combatir al Coronavirus está el Dr.
Antonio Quispe, prestigiado inmunólogo, en la educación se tiene al profesor
Juan D. Cadillo, el mejor profesor de aula del Perú, achacándose que por la
deserción de Kurt Burneo la macroeconomía estará a la deriva, cuando sabido que
estos profesionales son los más en el mundo académico; por lo tanto, de fácil
reclutamiento.
Fuerza Popular no ha
presentado a ningún científico a pesar de los años que tiene en el mundo
político, haciendo ver que al igual que Pedro Castillo sabía que era imposible
estar en el lugar donde se halla. Al solo científico presentado para combatir
el coronavirus es el biólogo Ernesto Bustamante, fungiendo ser tal; sin
embargo, en público señaló que el compuesto para combatir el coronavirus de
Sinopharm era “agua destilada”, fármaco al que la OMS viene de acordarle su
aprobación. Así colocaba a la vacuna un sesgo ideológico. Con un falso
científico colocado para combatir la pandemia es de orar por lo que se nos
viene si gana K. Fujimori. Se ha presentado a Jorge Baca Campodónico y a Francisco
Tudela, del mismo modo que a Máximo San Román cuya credencial del primero es,
estar condenado por graves delitos de corrupción cuando fue ministro de
economía de A. Fujimori, y el segundo como el tercero, sin mayores méritos,
salvo el primero para dar clases de baile. Con este rimbombante grupo técnico
es imposible sin ser ni tener dones clarividentes, que jamás habrá cambio
posible en el Perú, en lo más mínimo.
De otro lado, se ha enarbolado
la idea de que no es posible variar la espuria Constitución fujimorista, sin cotejar
que Chile viene de adoptarla, y en la que participarán todas las fuerzas
verdaderas democráticas, aún las marginales como los Mapuches y Aimaras. Es así
como todos los países buscan el camino de la prosperidad, y el nuestro con mayor
razón por las ingentes riquezas que aún tenemos, pese a los siglos de rapiña
realizada a ellas, vs. la situación de la mayoría de peruanos que por sus
aciagas situaciones en un 80% claman por el cambio. No hacerlo por castigo tendremos
la censura de las futuras generaciones que no justificarán que tuvimos la
oportunidad única para llevar a cabo el ansiado cambio; pero nos faltó coraje para
ejecutarlo y así derrotar el atraso que encarna la figura de K. Fujimori.
Lima, mayo de 2021
Francisco Gómez Valdez
Ex profesor universitario
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