jueves, 3 de octubre de 2019

PERSPECTIVA LABORAL FUTURA FRENTE A LA CRISIS POLÍTICA COYUNTURAL-Abog. Luis Alberto Quintana Garcia



PERSPECTIVA LABORAL FUTURA FRENTE A LA CRISIS POLÍTICA COYUNTURAL
Por: Luis Alberto Quintana Garcia[1]
La historia del movimiento sindical siempre ha estado vinculado a las crisis  política y descomposición del Estado, sus instituciones y las clases dominantes, de ahí que, frente al accionar de la política económica burguesa ejecutada por el Estado, la clase trabajadora y el movimiento popular han opuesto resistencia reivindicando alternativas desvinculadas, absolutamente, de las fórmulas jurídicas (v.g. Estado de «Derecho», «Democrático», etc.), sociales (v.g. «dialogo» social) económicas (v.g. Ventajas comparativas o «competitividad» y «productividad»), políticas (v.g. Intereses «nacionales», respeto a las «instituciones»), etc. impulsadas por el aparato Estatal y justificadas por su aparato ideológico (radio, televisión, periódicos, «académicos» e intelectuales pequeñoburgueses, etc.), lo que ha sido posible si mantiene su conciencia histórica y su independencia política en sus decisiones, su organización y sus métodos de lucha.

Es así que, la lucha de clases en el siglo XX se ha caracterizado por la confrontación entre los monopolios imperialistas, la oligarquía terrateniente y los sectores burgueses; contra la clase obrera, los campesinos, estudiantes, profesionales y demás capas medias, pequeños y medianos sectores industriales y comerciales, además de la burguesía nacional (con sus límites). Dentro de esta lucha, las reivindicaciones del movimiento popular se orientaron hacia la necesidad de propugnar una revolución democrática, agraria y antimperialista a través de la hegemonía de la clase obrera[2].

En nuestra época ¿Cuál es el balance histórico y las tareas pendientes en relación con la construcción de un Estado- Nación y el desarrollo nacional? ¿Cuál es la alternativa que reivindica nuestro movimiento sindical en la lucha contra las clases dominantes? ¿Un Estado democrático y popular en contraposición del Estado burgués actual y sus variantes (v.g. de «Derecho», etc.)? ¿La CGTP cumple con la formación de cuadros combativos o ha sido, por años, una agencia conciliadora que se pone detrás de un grupo político determinado? ¿Hay una necesidad de reorientar la CGTP de Mariátegui por la existencia de una burocracia sindical? ¿Cuál es el tipo de sociedad que reivindica la clase trabajadora y qué función le atribuye al Estado? ¿Cuáles han sido los factores determinantes que han generado la crisis y estancamiento de la lucha de la clase trabajadora? Hoy más que nunca, en esta etapa de crisis, en la que el sistema económico y político se encuentra, el movimiento sindical debe dar respuesta clara a estas interrogantes.

La actual crisis política que ha desembocado en la disolución del Congreso, ha explicitado la necesidad, para las clases dominantes, de reestructurar el Estado Burgués y ha expuesto, ante la conciencia del pueblo, el conflicto de clases entre dos sectores que se disputan la dirección política del Estado, por un lado, el sector más reaccionario que durante muchos años ha dirigido la política económica conservando el estado de cosas actual (cuya cabeza de lanza es el fujimorismo, principalmente); por el otro lado; el sector profundizador de la política económica imperialista (cuya cabeza de lanza ha sido expresada con Vizcarra, principalmente)[3]; ambos sectores, si bien se diferencian por la forma política en la dirección del Estado, sin embargo, son semejantes en aplicar medidas legislativas y económicas en favor de la profundización de la precarización laboral, destrucción de los derechos sociales individuales y colectivos de los trabajadores, del desmantelamiento de los sistemas de seguros sociales sobrevivientes (salud y pensión), del aumento del desempleo, el empobrecimiento creciente de los sectores populares, entre otros; todo ello, no es más que la aplicación de la política económica del imperialismo, cuyo fin busca (al menos en la etapa en la que nos encontramos)profundizar el desarrollo del subdesarrollo; de esta forma, el proceso de valorización del capital o las riquezas provenientes de la explotación (recrudecida por la política laboral y económica implementada por el Estado), sigue su curso, con o sin disolución.

Desde una perspectiva histórica, cuando se reestructura el Estado Burgués con Fujimori, se implementa un conjunto de políticas tendientes a destruir a la fuerza de trabajo, a través de fórmulas jurídicas flexibilizadoras, cuyo fin ha sido el de implementar las recetas económicas solicitadas por los organismos internacionales (v.g. FMI, BM, etc.), teniendo para ello, un conjunto de ideólogos reproductores de la clase dominante(v.g. Mario Pasco Cosmópolis, Alfonso de los Heros, Neves Mujica, etc.), algunos asesorando en las Comisiones de Trabajo, que avalaron las formas jurídicas legales y constitucionales, y otros, como parte del aparato burocrático del Estado (inclusive en los cargos de Ministros de Trabajo) aplicaron fórmulas para favorecer al capital «nacional»(v.g. AFP, EPS, etc.) e internacional(vg. exoneraciones a través de la SUNAT, «puerta giratoria», etc.) para posteriormente difundir y reproducir la ideología jurídica dominante a través de sus imprentas y aparatos propagandísticos, cuyo objetivo ha sido (y es) fomentar formas jurídicas alienantes para justificar la explotación de la clase trabajadora o su desmovilización absoluta (v.g. trabajo «decente», «diálogo» social, «pleno» empleo, entre otros).

En el 2000, la clase trabajadora ha tenido que combatir y oponer resistencia, desde la destrucción de sus organizaciones sindicales y sobreviviendo con las precarias técnicas primarias de la seguridad social existentes, realizando algunas conquistas formales (v.g. protección frente al despido arbitrario con las categorías despido incausado y fraudulento) sin poder arrancar derechos ni impedir la implementación de normativas antilaborales (v.g. LRCT y su reglamento, Ley de Tercerización, Ley MYPE, Proyecto de Ley General del Trabajo, Ley de Promoción Agraria N° 27360, entre otros ), las cuales, han sido atenuadas por la acción sindical contestataria de la clase trabajadora; de esta forma, el carácter progresivo de los derechos sociales se debía, necesariamente, a esta poca resistencia ejercida por la clase trabajadora, quienes, desde sus limitaciones organizativas, ideológicas y políticas y apoyados por abogados, juristas, jueces y profesores con conciencia social, permitieron impedir el desmoronamiento total de sus derechos sociales.

A partir de la crisis económica mundial del 2008, cuyo efecto tuvo resonancia en nuestro país por su dependencia económica, la tendencia de la política laboral se orientó a reforzar su carácter regresivo, en consecuencia, aquellas mínimas reivindicaciones existentes han venidos siendo derogadas de facto por el creciente impedimento, del Estado y el Capital, para que la clase trabajadora pueda ejercer sus derechos colectivos como la negociación colectiva (v.g. leyes de presupuesto anual y la ley 30057), la huelga (v.g. clasificación de servicios esenciales como medida política al sector de Educación, requisitos irrazonables para realizar concentraciones públicas), la libertad sindical (v.g. la contratación a plazo fijo y la tendencia a eliminar el derecho a la estabilidad laboral) y ni qué hablar de la «cenicienta» del derecho del trabajo: La participación en la empresa. Todo este ciclo antilaboral se ha cerrado con el Plan y la Política de Competitividad y productividad (D.S. N° 345-2018-EF y 237-2019-EF) cuyo papel fundamental es profundizar esta crisis.

En tal contexto, cabe realizar las observaciones del futuro y cómo abordarla, pues, no entender este problema en estos términos, es ver el problema desde una dimensión emotiva, coyuntural, positivista, superficial, etc., pues, V.I. Lenin, en otras épocas, lo advirtió claramente cuando mencionó:

“Los hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, educar y organizar para la lucha a los elementos que puedan -y, por su situación social, deban- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo” (Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo).

Es por ello que, se debe discernir los intereses que cada una de las facciones en pugna buscan, si bien es cierto que ha existido un aire leve y pasajero de ventilación ante tanta putrefacción, sin embargo, esta no puede ser confundida como un objetivo principal de la lucha del movimiento sindical y los sectores populares, ya que la crisis actual no es más que una situación coyuntural y pasará, pero la acción Estatal y las políticas del Capital, siguen en curso y la garantía del no cuestionamiento al tipo de capitalismo que se desarrolla en nuestro país se mantiene intacta: Desarrollo del subdesarrollo; y que en la etapa en la que nos encontramos, el Capital buscará fusionarse con el Estado, para lo cual, este le proporcionará los sectores públicos para su reproducción afín a sus intereses (v.g. las APP, venta de SEDAPAL, privatización de la Salud y la Educación Universitaria, entre otros).

Es tiempo que exista un cambio generacional ante tanta infamia e insuficiencia a la que nos han sumergido todos estos sectores (tanto los ejecutores de la política del subdesarrollo y sus ideólogos reproductores, incluyendo a los políticos oportunistas que buscan aprovecharse de esta coyuntura) que hoy pugnan por el control político del Estado en nuestro país, nos corresponde a nosotros, la obligación histórica de asumir y encarnar la movilización que nuestra clase busca hacia los cambios estructurales, manteniendo la independencia política y organizativa de su lucha y sus métodos, eso es lo que exige hoy nuestro país, tal y como lo anunció, hace bastante tiempo, Don Manuel González Prada:

“En esta obra de reconstitución i venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos i carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo i sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!” (Discurso en el Politeama).




[1] Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, miembro del Grupo de Investigación Laboralistas de la Facultad de Derecho de la UNMSM, miembro del Taller Dr. José Matias Manzanilla y asistente de las cátedras de  Derecho del trabajo I y II (Individual y Colectivo) de la misma casa de estudios. Actualmente, maestrando por la especialidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en el Posgrado de la UNMSM.
[2] ISCARO, RUBEEN (1973), Historia del movimiento sindical. Argentina: Editorial fundamentos. pp. 201- 215.
[3] Hoy más que nunca se ha definido como victorioso este sector por el apoyo, determinante, del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (con los jefes de las Fuerzas Armadas, Ejército y Fuerza Aérea) y la Policía Nacional del Perú. Al respecto, cabe advertir esta situación, puesto que si un gobierno civil se ha impuesto como alternativa frente a la crisis política del manejo de los partidos políticos, sólo es tal por el respaldo del aparato militar (violencia organizada del Estado). En otras épocas, Mariátegui (1979), analizando los tiempos de la Independencia y la lucha de las facciones y jefes militares, sostuvo que, ante la falta de constitución de una clase capitalista vigorosa y orgánica, el poder estaba a merced de los caudillos militares [7 Ensayo de Interpretación de la realidad peruana (39ava. ed.), Lima-Perú: Editorial Amauta, p. 22]. Si en la actualidad no han sido los militares quienes han asumido la dirección política del Estado de forma directa y por el contrario, se han limitado a transferir la dirección política del Estado de un sector a otro, se deja claro que, la «crisis» actual no importa una afectación directa contra los intereses del Imperialismo y los sectores capitalista domésticos (Carlos Rodríguez Pastor, Grupo Brescia, Grupo Romero, Roque Benavides, etc.), de esta forma, el proceso cíclico de la crisis capitalista futura exigirá prevenir, a la clase trabajadora, de este accionar y su posible asunción en un gobierno militar frente a la incapacidad del manejo político de los partidos que representan la política económica de aquellos sectores.



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