PERSPECTIVA LABORAL
FUTURA FRENTE A LA CRISIS POLÍTICA COYUNTURAL
Por:
Luis Alberto Quintana Garcia[1]
La historia del
movimiento sindical siempre ha estado vinculado a las crisis política y descomposición del Estado, sus
instituciones y las clases dominantes, de ahí que, frente al accionar de la
política económica burguesa ejecutada por el Estado, la clase trabajadora y el
movimiento popular han opuesto resistencia reivindicando alternativas
desvinculadas, absolutamente, de las
fórmulas jurídicas (v.g. Estado de «Derecho»,
«Democrático», etc.), sociales (v.g. «dialogo» social) económicas (v.g.
Ventajas comparativas o «competitividad» y «productividad»), políticas (v.g.
Intereses «nacionales», respeto a las «instituciones»), etc. impulsadas por el
aparato Estatal y justificadas por su aparato ideológico (radio, televisión,
periódicos, «académicos» e intelectuales pequeñoburgueses, etc.), lo que ha
sido posible si mantiene su conciencia histórica y su independencia política en
sus decisiones, su organización y sus métodos de lucha.
Es así que, la lucha de
clases en el siglo XX se ha caracterizado por la confrontación entre los
monopolios imperialistas, la oligarquía terrateniente y los sectores burgueses;
contra la clase obrera, los campesinos, estudiantes, profesionales y demás
capas medias, pequeños y medianos sectores industriales y comerciales, además
de la burguesía nacional (con sus límites). Dentro de esta lucha, las
reivindicaciones del movimiento popular se orientaron hacia la necesidad de
propugnar una revolución democrática, agraria y antimperialista a través de la
hegemonía de la clase obrera[2].
En nuestra época ¿Cuál es
el balance histórico y las tareas pendientes en relación con la construcción de
un Estado- Nación y el desarrollo nacional? ¿Cuál es la alternativa que
reivindica nuestro movimiento sindical en la lucha contra las clases dominantes?
¿Un Estado democrático y popular en contraposición del Estado burgués actual y
sus variantes (v.g. de «Derecho», etc.)? ¿La CGTP cumple con la formación de
cuadros combativos o ha sido, por años, una agencia conciliadora que se pone
detrás de un grupo político determinado? ¿Hay una necesidad de reorientar la
CGTP de Mariátegui por la existencia de una burocracia sindical? ¿Cuál es el
tipo de sociedad que reivindica la clase trabajadora y qué función le atribuye
al Estado? ¿Cuáles han sido los factores determinantes que han generado la
crisis y estancamiento de la lucha de la clase trabajadora? Hoy más que nunca,
en esta etapa de crisis, en la que el sistema económico y político se encuentra,
el movimiento sindical debe dar respuesta clara a estas interrogantes.
La actual crisis política
que ha desembocado en la disolución del Congreso, ha explicitado la necesidad,
para las clases dominantes, de reestructurar el Estado Burgués y ha expuesto,
ante la conciencia del pueblo, el conflicto de clases entre dos sectores que se
disputan la dirección política del Estado, por
un lado, el sector más reaccionario que durante muchos años ha dirigido la
política económica conservando el estado de cosas actual (cuya cabeza de lanza
es el fujimorismo, principalmente); por
el otro lado; el sector profundizador de la política económica imperialista
(cuya cabeza de lanza ha sido expresada con Vizcarra, principalmente)[3];
ambos sectores, si bien se diferencian por la forma política en la dirección
del Estado, sin embargo, son semejantes en aplicar medidas legislativas y
económicas en favor de la profundización de la precarización laboral,
destrucción de los derechos sociales individuales y colectivos de los
trabajadores, del desmantelamiento de los sistemas de seguros sociales
sobrevivientes (salud y pensión), del aumento del desempleo, el empobrecimiento
creciente de los sectores populares, entre otros; todo ello, no es más que la
aplicación de la política económica del imperialismo, cuyo fin busca (al menos
en la etapa en la que nos encontramos)profundizar el desarrollo del subdesarrollo;
de esta forma, el proceso de valorización del capital o las riquezas
provenientes de la explotación (recrudecida por la política laboral y económica
implementada por el Estado), sigue su curso, con o sin disolución.
Desde una perspectiva
histórica, cuando se reestructura el Estado Burgués con Fujimori, se implementa
un conjunto de políticas tendientes a destruir a la fuerza de trabajo, a través
de fórmulas jurídicas flexibilizadoras, cuyo fin ha sido el de implementar las
recetas económicas solicitadas por los organismos internacionales (v.g. FMI,
BM, etc.), teniendo para ello, un conjunto de ideólogos reproductores de la
clase dominante(v.g. Mario Pasco Cosmópolis, Alfonso de los Heros, Neves
Mujica, etc.), algunos asesorando en las Comisiones de Trabajo, que avalaron
las formas jurídicas legales y constitucionales, y otros, como parte del aparato
burocrático del Estado (inclusive en los cargos de Ministros de Trabajo) aplicaron
fórmulas para favorecer al capital «nacional»(v.g. AFP, EPS, etc.) e
internacional(vg. exoneraciones a través de la SUNAT, «puerta giratoria», etc.)
para posteriormente difundir y reproducir la ideología jurídica dominante a
través de sus imprentas y aparatos propagandísticos, cuyo objetivo ha sido (y
es) fomentar formas jurídicas alienantes para justificar la explotación de la
clase trabajadora o su desmovilización absoluta (v.g. trabajo «decente»,
«diálogo» social, «pleno» empleo, entre otros).
En el 2000, la clase
trabajadora ha tenido que combatir y oponer resistencia, desde la destrucción
de sus organizaciones sindicales y sobreviviendo con las precarias técnicas
primarias de la seguridad social existentes, realizando algunas conquistas
formales (v.g. protección frente al despido arbitrario con las categorías despido incausado y fraudulento) sin
poder arrancar derechos ni impedir la implementación de normativas
antilaborales (v.g. LRCT y su reglamento, Ley de Tercerización, Ley MYPE,
Proyecto de Ley General del Trabajo, Ley de Promoción Agraria N° 27360, entre
otros ), las cuales, han sido atenuadas por la acción sindical contestataria de
la clase trabajadora; de esta forma, el carácter progresivo de los derechos
sociales se debía, necesariamente, a esta poca resistencia ejercida por la
clase trabajadora, quienes, desde sus limitaciones organizativas, ideológicas y
políticas y apoyados por abogados, juristas, jueces y profesores con conciencia
social, permitieron impedir el desmoronamiento total de sus derechos sociales.
A partir de la crisis
económica mundial del 2008, cuyo efecto tuvo resonancia en nuestro país por su
dependencia económica, la tendencia de la política laboral se orientó a
reforzar su carácter regresivo, en consecuencia, aquellas mínimas
reivindicaciones existentes han venidos siendo derogadas de facto por el
creciente impedimento, del Estado y el Capital, para que la clase trabajadora
pueda ejercer sus derechos colectivos como la negociación colectiva (v.g. leyes
de presupuesto anual y la ley 30057), la huelga (v.g. clasificación de
servicios esenciales como medida política al sector de Educación, requisitos
irrazonables para realizar concentraciones públicas), la libertad sindical
(v.g. la contratación a plazo fijo y la tendencia a eliminar el derecho a la
estabilidad laboral) y ni qué hablar de la «cenicienta» del derecho del
trabajo: La participación en la empresa. Todo este ciclo antilaboral se ha
cerrado con el Plan y la Política de Competitividad y productividad (D.S. N°
345-2018-EF y 237-2019-EF) cuyo papel fundamental es profundizar esta crisis.
En tal contexto, cabe
realizar las observaciones del futuro y cómo abordarla, pues, no entender este
problema en estos términos, es ver el problema desde una dimensión emotiva,
coyuntural, positivista, superficial, etc., pues, V.I. Lenin, en otras épocas,
lo advirtió claramente cuando mencionó:
“Los
hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de los demás y
del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir
detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas,
políticas y sociales, los intereses de una u otra clase.
Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los
defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por
bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases
dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio:
encontrar en la misma sociedad que nos rodea, educar y organizar para la lucha
a los elementos que puedan -y, por su situación social, deban- formar la fuerza
capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo” (Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo).
Es por ello que, se debe
discernir los intereses que cada una de las facciones en pugna buscan, si bien
es cierto que ha existido un aire leve y pasajero de ventilación ante tanta
putrefacción, sin embargo, esta no puede ser confundida como un objetivo
principal de la lucha del movimiento sindical y los sectores populares, ya que
la crisis actual no es más que una situación coyuntural y pasará, pero la
acción Estatal y las políticas del Capital, siguen en curso y la garantía del
no cuestionamiento al tipo de capitalismo que se desarrolla en nuestro país se
mantiene intacta: Desarrollo del subdesarrollo; y que en la etapa en la que nos
encontramos, el Capital buscará fusionarse con el Estado, para lo cual, este le
proporcionará los sectores públicos para su reproducción afín a sus intereses
(v.g. las APP, venta de SEDAPAL, privatización de la Salud y la Educación
Universitaria, entre otros).
Es tiempo que exista un
cambio generacional ante tanta infamia e insuficiencia a la que nos han
sumergido todos estos sectores (tanto los ejecutores de la política del
subdesarrollo y sus ideólogos reproductores, incluyendo a los políticos
oportunistas que buscan aprovecharse de esta coyuntura) que hoy pugnan por el
control político del Estado en nuestro país, nos corresponde a nosotros, la obligación histórica de asumir y
encarnar la movilización que nuestra clase busca hacia los cambios
estructurales, manteniendo la independencia política y organizativa de su lucha
y sus métodos, eso es lo que exige hoy nuestro país, tal y como lo anunció,
hace bastante tiempo, Don Manuel González Prada:
“En esta obra de reconstitución i venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos i carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo i sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!” (Discurso en el Politeama).
[1] Abogado por la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, miembro del Grupo de Investigación Laboralistas de la Facultad de Derecho
de la UNMSM, miembro del Taller Dr. José Matias Manzanilla y asistente de las
cátedras de Derecho del trabajo I y II
(Individual y Colectivo) de la misma casa de estudios. Actualmente, maestrando
por la especialidad de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en el
Posgrado de la UNMSM.
[2] ISCARO,
RUBEEN (1973), Historia del movimiento
sindical. Argentina: Editorial fundamentos. pp. 201- 215.
[3] Hoy
más que nunca se ha definido como victorioso este sector por el apoyo, determinante,
del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (con los jefes de las Fuerzas
Armadas, Ejército y Fuerza Aérea) y la Policía Nacional del Perú. Al respecto,
cabe advertir esta situación, puesto que si un gobierno civil se ha impuesto
como alternativa frente a la crisis política del manejo de los partidos
políticos, sólo es tal por el respaldo del aparato militar (violencia
organizada del Estado). En otras épocas, Mariátegui (1979), analizando los
tiempos de la Independencia y la lucha de las facciones y jefes militares, sostuvo
que, ante la falta de constitución de una clase capitalista vigorosa y
orgánica, el poder estaba a merced de los caudillos militares [7 Ensayo de
Interpretación de la realidad peruana (39ava. ed.), Lima-Perú: Editorial
Amauta, p. 22]. Si en la actualidad no han sido los militares quienes han
asumido la dirección política del Estado de forma directa y por el contrario,
se han limitado a transferir la dirección política del Estado de un sector a
otro, se deja claro que, la «crisis» actual no importa una afectación directa
contra los intereses del Imperialismo y los sectores capitalista domésticos
(Carlos Rodríguez Pastor, Grupo Brescia, Grupo Romero, Roque Benavides, etc.),
de esta forma, el proceso cíclico de la crisis capitalista futura exigirá
prevenir, a la clase trabajadora, de este accionar y su posible asunción en un
gobierno militar frente a la incapacidad del manejo político de los partidos
que representan la política económica de aquellos sectores.
Muy buen analisis
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