Por Jorge Rendón Vásquez
El viernes 26 de julio, al
caer la tarde, tuvo lugar la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de
París como un maravilloso espectáculo cuyo escenario fue el majestuoso río Sena
entre los puentes de Austerlitz y Trocadero, separados por unos seis kilómetros.
El acto comenzó con el
estallido de una nube con los colores de la bandera francesa, rojo, blanco y
azul, en uno de los puentes; siguió con el desfile de 6.800
deportistas en 68 embarcaciones, las famosas vedettes
destinadas a pasear a los turistas, mientras en varios puentes y
edificios se presentaban números de danza a cargo de varias decenas de
bailarines de todas las razas y canciones ejecutadas por grandes intérpretes:
concluyó con el galope de un caballo mecánico y electrónico sobre las aguas del
Sena, sustituido en tierra por otro natural, cuyo jinete entregó la bandera
olímpica para ser hizada en una esplanada frente a la Torre Eiffel.
Fue algo tan grandioso que
dejó atrás, de lejos, las inauguraciones de los juegos olímpicos precedentes en
estadios y permitió la asistencia de varios cientos de miles de espectadores ubicados
en las orillas del Sena. Simultáneamente, la televisión llevó este espectáculo
a cientos de millones de personas.
La idea de hacerlo así fue de Thomas Jolly, un director de teatro, a quien
el Comité Olímpico había nombrado director artístico de las ceremonias de
apertura y clausura de los Juegos Olímpicos. La Municipalidad de París y su
alcaldesa Anne Hidalgo la apoyaron entusiasmadas.
Una parte del espectáculo
consistió en una escena representativa de una alegre bacanal presidida por una
artista desmesuradamente obesa y un artista vestido con una prenda azul que
cubría apenas su desnudez, representando a Dionisios el dios del vino. Ciertos
periodistas y algunos personajes que se declaran católicos censuraron luego esta
escena en la que creyeron ver una caricatura de la última cena de Cristo, como
la había pintado Leonardo da Vinci en su mural de la Iglesia de Santa Maria
delle Grazie de Milán. Algunos de los más exaltados de esos críticos llegaron a
amenazar de muerte a Jolly y al artista central de la escena, intolerancia que
solo admite sus creencias y que para algunos de sus cultores se sacia con
sangre al tratar de imponerlas. Allí están como antecedentes los autos de fe
dictados por la Inquisición contra los judíos y ciertos librepensadores y
científicos para quemarlos vivos ante pueblos enbrutecidos y ansiosos de
entretenimiento; la noche de San Bartolomé del 23 de agosto de 1572 en París, durante la cual los grupos armados
católicos asesinaron a unos 4000 hugonotes seguidores de Calvino; y más recientemente en
Francia la matanza de 12 personas en el local del semanario Charlie Hebdo en
enero de 2015, de 130 personas en un estadio, un bar y una sala de conciertos
de Paris la noche del 13 de noviembre de 2015, de 86 personas en Niza en julio
de 2016 y otros atentados cometidos por grupos islámicos. Uno de estos asesinó
a once atletas israelíes en las olimpiadas de Múnich en 1972.
Como parte de la
preparación de los juegos olímpicos en París se presentan dos exposiciones en
esta hermosa ciudad: una en el Palacio de la Porte Dorée con fotografías y
relatos sobre las 33 olimpiadas precedentes en 130 años y las proezas, vidas y
persecución de los deportistas; y otra en el Mémorial
de la Shoah denominada Paris 1924-Paris 2024, el deporte,
espejo de nuestras sociedades, en la que se muestra los prejuicios y la discriminación
contra determinados atletas judíos y negros.
Los Juegos Olímpicos
surgieron en la ciudad de Olimpia, Grecia, 776 años a.C. para competir cada
cuatro años en paz y con seguridad para los atletas. Duraron hasta el 393 de
nuestra era cuando fueron suprimidos por el emperador Teodosio de Roma, como
una aplicación del Edicto de Tesalónica de 380 que él había emitido para
imponer el cristianismo como la religión única y oficial del Imperio Romano. Hacia
fines del siglo primero de nuestra era esas competencias fueron desvirtuadas en
Roma con la creación de los coliseos donde competían hasta la muerte
gladiadores esclavizados para entretenimiento del pueblo. El poeta Juvenal se
refirió a ellas con la expresión pan y circo.
En 1894, el francés Pierre
Frèdy baron de Coubertin relanzó la idea de celebrar los juegos olímpicos, como
una expresión de la convivencia internacional en paz, y promovió la creación de
un Comité Olímpico. Este organizó los primeros juegos contemporáneos que se
efectuaron en Atenas en abril de 1896. En 1924, tuvieron como sede París. Solo
se suspendieron por la Primera y la Segunda Guerras Mundiales.
Las competencias en las
olimpiadas que tienen lugar en París ahora comprenden 36 deportes y se realizan
puntualmente. Como en las anteriores, en las actuales el mayor número de
medallas de oro para el primer puesto, plata para el segundo y bronce para el
tercero están siendo acumuladas por los países económicamente más desarrollados
que acuden con numerosos deportistas. Los países menos desarrollados, con
delegaciones muy reducidas, obtienen a lo más algunas medallas. Todos esos
deportistas son los mejores ejemplares del género humano en sus especialidades.
Como viene sucediendo
desde que las olimpiadas fueron relanzadas en 1896, para los países de mayor
poder económico ganar más medallas es una manifestación de su poder político y,
se diría, que compiten para eso, y en sus deportistas existe la misma convicción:
demostrar que son superiores y que tienen que ganar, casi por derecho. Es
evidente que también en los otros deportistas anida esa intención, aunque más con
respecto a otros de su país o de su continente. Para muchos de ellos es ya un
triunfo asistir a las olimpiadas y, más aún, obtener un diploma en ellas.
¿De qué depende el éxito
de los deportistas que compiten en esas pruebas?
Al parecer de cuatro factores:
la constitución anatómica y fisiológica; la formación; la intención de
someterse a esta; y la voluntad de ganar.
La constitución anatómica
y fisiológica es la base para la práctica de una actividad deportiva y la
competencia. Cada deporte requiere cierta configuración corporal como base de
la fuerza, velocidad y habilidad necesarias que pueden aumentar con una
alimentación y un régimen de vida y preparación adecuados. Es evidente que
cuantas más personas intervienen en la actividad deportiva hay más
posibilidades de encontrar entre ellas las aparentes para un deporte
determinado.
La formación, cuyos
componentes son la dirección técnica, los locales y aparatos necesarios, el
entrenamiento, la disciplina, la perseverancia y los recursos para su mantenimiento,
hacen al deportista y lo preparan para competir. En los paises más
desarrollados el financiamiento de este conjunto de requisitos proviene, por lo
general, del Estado o de algunas entidades privadas; en los países menos
desarrollados son casi siempre los mismos deportistas los que sufragan esos
gastos hasta donde sus ingresos lo permiten.
La intención de someterse
a las prácticas y competencias es la base psicológica de la actividad
deportiva. Si una persona no se interesa por esta será inútil tratar de
convencerlo o llevarlo a la fuerza. Por el contrario, si se entrega a las
prácticas entrenará con disciplina y constancia.
Finalmente, el propósito
de ganar mueve al deportista a competir y puede llevarlo hasta el sacrificio en
su formación y sin reparar en las consecuencias que para su cuerpo pueda tener en
el futuro ese ejercicio intenso y prolongado. ¿De qué depende? Es un impulso
innato en todos los seres humanos que opera con diversa intensidad. Se le puede
ver en los niños y en los adultos cuando intervienen en actividades en
competencia con otros. Su expresión, al nivel de los empleos públicos y en
muchos privados, es lo que se ha denominado erroneamente meritocracia y cuya
denominación más propia es meritonomía. Su remoto origen se halla en la
necesidad vital de los animales de llegar primero al alimento escaso que
continuó en los seres humanos durante cientos de miles de años hasta formar una
tendencia instintiva en ellos que se manifiesta en toda confrontación para
alcanzar un objetivo que pueda depararle algún beneficio o incluso solo la
satisfacción de triunfar o de ver triunfar a los grupos y equipos con los que
simpatiza.
Para referirme a algo más
inmediato a nosotros en el Perú, recuerdo mi paso por el Colegio Militar
Leoncio Prado de 1946 a 1948, tres años de continua competencia con mis
condiscípulos en los exámenes y lides deportivas. Desde 1946 este Colegio
comenzó a intervenir en los campeonatos deportivos escolares y los ganó todos.
Y nos parecía normal que así fuera. Vivíamos acuartelados, nuestra alientación
era excelente, teníamos a los mejores profesores de Educación Física de Lima y
nos sometíamos a la disciplina militar con gusto, a lo que se añadía la
dedicación de cada deportista para entrenar por nuestras ganas de ganar, ya por
pertenecer a este Colegio, ya por orgullo personal. Yo mismo gané una prueba en
el campeonato interescolar de natación de 1948. Cuando esas competencias deportivas
escolares fueron suprimidas decayó el surgimiento masivo de nuevos deportistas
en nuestro país. Los que se formaron luego en los deportes no profesionales lo
hicieron personalmente o salieron de ciertos clubes de elite hasta llamar la
atención de la burocracia deportiva para ser insertados en alguna prueba.
Se espera con espectación
lo que nos ofrecerá el director artístico de los Juegos Olímpicos de Paris,
Thomas Jolly, en la clausura de estos el 11 de agosto.
(Comentos, 5/8/2024)
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