sábado, 16 de abril de 2016

ANÁLISIS DEL EMPLEO, DESEMPLEO Y EL SUBEMPLEO LABORAL- Dr. Francisco Javier Romero Montes





ANÁLISIS DEL EMPLEO, DESEMPLEO Y EL SUBEMPLEO LABORAL.
Francisco Javier Romero Montes
Profesor Principal de Pregrado y Postgrado de la Facultad de Derecho y CC.PP. de la UNMSM.
Sumario:
1.- Problema y resumen. 2.- Palabras claves. 3.- Análisis y discusión del empleo, desempleo y subempleo. 4.- Un nuevo concepto de empleo. 5.- La parasubordinación. 6.- Una nueva versión del desempleo. 7.- Calculo del empleo y desempleo. 8.- Clases de desempleo. 9.- Origen del desempleo. 10.- El subempleo. 11.- Clases de subempleo.- 12.- El subempleo en el Perú. 13.- El subempleo de los profesionales. 14.- La flexibilización laboral como solución a la crisis económica. 15.- Conclusión.  
1.- Problema y resumen.
Desde hace décadas, los diferentes gobiernos del Perú se vienen preocupando por superar la situación de desempleo, subempleo e informalidad. Lamentablemente, para lograr este propósito, tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo, insisten en aplicar los mismos criterios, que ya resultan históricos a pesar de que sus resultados son  negativos. A todos nos preocupa la existencia  del desempleo y subempleo, que no es friccional en nuestro país, sino más bien permanente. Lo mismo debemos decir de la informalidad que cada día es más preocupante y que en el campo laboral se viene incrementando y está cercana al 70% de la clase asalariada.
La solución que se ha ensayado, para  abolir el desempleo y el subempleo, ha consistido, en ofrecer a los empleadores, nuevos modelos laborales  en los que se reducen, considerablemente, los derechos y beneficios de los trabajadores. De esta manera, no sólo se precariza, sino que se deshumaniza la actividad laboral, alejándonos del trabajo decente que aspira la Organización Internacional del Trabajo y  llevarnos a la mano de obra barata. El desempleo y subempleo, es un tema de la economía y no de la expedición de dispositivos legales. Son aspectos que se pueden superar mediante el desarrollo económico.
 Tal comportamiento, no es un hecho reciente en nuestra legislación laboral, sino que se aprecia desde sus inicios, al clasificar a los trabajadores en obreros y empleados con un tratamiento diferente, considerando la labor manual de los primeros y el carácter predominantemente intelectual de los segundos, pero con beneficios distintos como son la compensación por tiempo de servicios que sólo correspondía a los empleados, el descanso vacacional que era menor al de los treinta días que les correspondía a los empleados, el seguro social que también diferenciaba a los empleados del de los obreros, etc.
No obstante que estas diferencias han sido superadas en favor de un trato igualitario, de conformidad con el artículo 7° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 2°.2 de la Constitución Peruana y por lo tanto esta es la tendencia mundial. Sin embargo, el Estado peruano insiste  en la dación de dispositivos legales que vulneran, no sólo su Constitución sino también la legislación internacional. Así ha sucedido  al dictarse, por ejemplo, las leyes 27360 de Promoción del Sector Agrario, que establece un régimen laboral diferenciado y con derechos recortados para los trabajadores del sector agrario.
Igualmente, ha ocurrido con la Ley 28015 que crea el régimen laboral especial para la microempresa, la misma que fue ampliada mediante Decreto Legislativo 1086 con el cual se agrava aún más la situación de los trabajadores que ingresen a laborar a una micro y pequeña empresa. Finalmente, el actual Gobierno, el 15 de diciembre del año 2014, ha promulgado la Ley 30288 bajo el nombre de “Ley que promueve el acceso de jóvenes al mercado laborar y a la protección social”, comprendidos entre los 18 y 24 años de edad, lo que ha dado lugar al descontento, no sólo de los jóvenes, sino de una parte  de la población. Ante la presión del descontento de la población, el Congreso se ha visto en la necesidad de derogarla.  
El presente trabajo está dedicado al análisis del empleo, desempleo y subempleo, dejando de lado, para otra ocasión la informalidad. Analizado estos temas, sugeriremos soluciones, que nos permita atenuar el desempleo y subempleo en el Perú.
2.- Palabras claves.
  Empleo. Trabajo autónomo. Test de empleado. La parasubordinación. El teletrabajo. Desempleo, Subempleo.  
3.- Análisis y discusión del  empleo,  desempleo y subempleo.
En primer lugar, es necesario precisar en qué consiste el empleo, desempleo y el subempleo, temas centrales en el presente trabajo. Todos ellos requieren de un análisis para precisar si se trata de temas eminentemente laborales o de otra índole, como puede ser el económico o social.
4.- Un  nuevo concepto de empleo.
Se dice que el empleo es laboral cuando  una persona está ligada a un empleador por un contrato de trabajo o empleo. De ahí que empleado es aquel que trabaja en relación de dependencia, y no principalmente de dependencia económica, sino, más bien de “dependencia personal o legal. Junto a esta ligazón, existen disposiciones legales que se refieren a los campos de política social y laboral que otorga el “test de empleado”. En la mayoría de los países, el concepto de empleado no ha sido concretado por la legislación sino por la jurisprudencia.
En muchos países este “test de empleado” se ha extendido a la protección de ciertos grupos de no-empleados. Tal por ejemplo, los periodistas independientes en Alemania, a los que se les permite concluir convenios colectivos otorgándoles un mínimo de vacaciones; los trabajadores a domicilio a quienes se les otorgan ciertos beneficios. De esta manera, se ha acogido ampliamente al no-empleado, tales como trabajadores autónomos, artesanos y agricultores. Pero estas extensiones de protección están pensadas como “excepciones”, es decir sólo se aplican en los casos y en la medida expresamente determinados por leyes y siempre que beneficien a los trabajadores.
De manera que los conceptos de empleo y de empleado, cumplen una función selectiva sólo donde el trabajo está organizado de una forma muy específica y formal, como puede ser el libro de planillas en el caso del Perú, que identifica al trabajo subordinado y al trabajador como empleado. Los que no están dentro de ese ámbito, se les considera como desempleados.
Pero la doctrina laboral viene luchando para que esa función selectiva se amplíe  a formas no estandarizadas de trabajo y para que el derecho laboral cumpla con su carácter expansivo. Aquí es pertinente referirse al trabajo autónomo, al trabajo a domicilio, al teletrabajo, que ofrecen como mínimo un enorme potencial de trabajo no dependiente o de trabajo no empleado. En esta parte hay que tener presente que algunos países encabezados por Italia, España, Chile, han creado corrientes como la “para-subordinación” o trabajo autónomo “económicamente dependientes”, que se ubica en las fronteras del derecho del trabajo. En este caso no estamos hablando de ese mercado de trabajadores y empresarios, sino de aquel conjunto de posibilidades que permita la existencia de las personas de la sociedad, como puede ser un trabajador independiente, un empresario, a quienes se les considera empleados, en la medida en que el mundo social le brinda esas posibilidades.
Por lo tanto encontramos dos dimensiones que tienen que ver con el empleo o empleado. El primero, está referido al trabajo subordinado y tiene un carácter legal, sin interesar la situación económica. El segundo, tiene que ver con el trabajo “parasubordinado” y la subordinación ya no es legal, sino económica. En ambos casos nos estamos refiriendo a la existencia del empleo.
5.- La parasubordinación laboral.
El trabajo “parasubordinado” o autónomo tiene un rol que cumplir en el tema del empleo, razón por la que debemos decir algunas palabras sobre el rol del Estado en este tema.
La aparición del Estado, no es sino una respuesta ante un requerimiento social de una comunidad, que en la etapa de la revolución industrial nace con el nombre de “Estado protector”, “Estado tutelar” o “Estado benefactor”, para defender a la parte perjudicada que eran los trabajadores. Esta afirmación piadosa no es la esencia de lo que es el Estado; está basada en la compasión que a decir de Schopenhauer y Nietzsche[1] , niega la vida, en lugar de elevarla a su verdadero valor. Es por eso que las corrientes  neo liberales  han atacado con facilidad, a este tipo de Estado, acusándolo de Estado populista, tratando de ponerle serias limitaciones a su accionar, en materia del empleo.  
Como sostiene Kelsen[2], el Estado, desde el punto de vista jurídico, es el orden de la conducta humana que llamamos orden jurídico, el orden hacia el cual se orientan ciertas acciones del hombre, o la idea a la cual los individuos ciñen su comportamiento. Que el Estado tiene que ser un orden normativo, resulta igualmente obvio si se tiene en cuenta el “conflicto” entre Estado e individuo, que constituye un problema específico no sólo de la filosofía social, sino también de la sociología, añade dicho tratadista.  Si el Estado fuese un hecho real como lo son los individuos, entonces no podría haber tal conflicto, porque los hechos de la naturaleza nunca entran en “conflicto” unos con otros. Pero si el Estado es un sistema de normas, entonces la voluntad y la conducta del individuo pueden entrar en conflicto con estas normas y de este modo puede surgir el antagonismo entre lo que “es” y lo que “debe ser”, problema fundamental de toda teoría y en toda práctica social. En realidad este es el rol del Estado, que no es tutelar ni protector del individuo trabajador, sino que estamos hablando de un “Estado Social”, que es una creación de la colectividad.
 Hecho este paréntesis acerca del papel del Estado, volvamos al tema de la “parasubordinación” o trabajo autónomo económicamente dependiente, debiendo efectuarse una primera e importante precisión, en el sentido que la “parasubordinación” no representa un nuevo tipo de contrato, es decir, no es una modalidad atípica de contratación laboral – a la manera del teletrabajo o del trabajo a tiempo parcial – sino que se trata de una calificación que recae sobre un contrato de prestación de servicios civil o comercial, de la cual depende la aplicación parcial del Derecho del Trabajo[3]
Ahora bien, cuando se habla de la “parasubordinación” nos encontramos, frente a un caso de trabajo autónomo en el que se genera una especial y determinante dependencia económica entre el prestador del servicio y la empresa o persona que recibe dicho servicio. De alguna manera, la idea de la “parasubordinación” recoge, según lo plantea la profesora Beatriz Gutiérrez-Solar, el fenómeno del empleo autónomo con ciertas características que lo alejan de la noción tradicional de autonomía en la prestación del servicio, pues estos trabajadores independientes se convierten en verdaderos “satélites” de la empresa para la cual realizan alguna actividad retribuida, con la cual se vinculan de manera casi exclusiva, lo que motiva que dependan económicamente de ella para su subsistencia.
Siguiendo esta misma línea, Ermida y Hernández[4] consideran que la “parasubordinación”  se refiere a la situación jurídica en que se encuentran algunas personas que, sin estar sujetas a una relación de trabajo subordinado, prestan sus servicios a una  empresa y que, por razones fácticas y de desnivel económico, contratan sus servicios con ésta en condiciones de inferioridad. Es así, como contratos civiles o mercantiles, como el de obras, prestación de servicios profesionales, transporte, mandato, comisión, agencia, etc., pueden dar  lugar a situaciones como la antes referida, en la cual, quien contrata con la empresa, no encontrándose subordinado jurídicamente a ella, en el esquema tradicional y propio que configura el presupuesto de aplicación del Derecho del Trabajo, se encuentra en una situación de inferioridad que impide el ejercicio de una efectiva libertad para negociar, lo que se aprecia, por ejemplo, en trabajadores que laboran en la actividad metalúrgica de Corea del Sur.
6.- Una nueva visión de  desempleo.
El  desempleo no es otra cosa que un exceso de oferta de trabajo, en relación a la que demanda o necesita el mercado. En otras palabras, el mercado de trabajo tiene una oferta y una demanda de trabajo, representada por los trabajadores y las empresas, respectivamente. De ahí que se denominen desempleadas a las  personas deseosas de trabajar que no encuentran ubicación en las empresas[5]. Es por eso que al desempleo, se le suele también llamar paro forzoso o desocupación de los asalariados que pueden y quieren trabajar, pero que no encuentran un puesto de trabajo. El no contar con un trabajo es un problema grave, desde el punto de vista económico y social. La proporción del desempleo sirve para mostrarnos si se están aprovechando adecuadamente los recursos humanos del país y sirve como índice de la actividad económica.
El concepto antes referido es clásico, que no se ajusta al desempleo contemporáneo que necesitamos analizar. El desempleo que tiene la humanidad, no está referido a un mercado, determinado por asalariados y empresarios. Es decir, no hablamos sólo del trabajo subordinado o dependiente, sino de un tema más general y humano. En la sociedad actual, la mayoría de la población vive de trabajar para los demás. Es por eso que el trabajo es un  deber y un derecho. Cuando, en una comunidad, a una persona se le niega la posibilidad de trabajar para estar incluido socialmente, puede dar lugar a un sentimiento de rechazo social o de fracaso personal. Es decir, se está violando su derecho al trabajo.
No estamos, pues, hablando de ese mercado de trabajadores y empresarios, sino de aquel conjunto de posibilidades   que permita la subsistencia de las personas, dentro de la sociedad, tal como ya lo adelantamos.  Como ejemplo, podemos decir que un trabajador independiente, un empresario, no se consideran desempleados. Por otra parte, como ya dijimos, el trabajo es un deber, lo que equivale a decir que  en un mundo social no hay lugar para ser un inactivo sin causa, esto es, un zángano social.
7.- Cálculo del empleo y del desempleo.  
Para calcular los índices de empleo y desempleo, se toma como punto de referencia el concepto de Población Económicamente Activa (PEA) que incluye a toda la población que está en capacidad y quiere trabajar en un determinado período.  Nos referimos pues a la población activa, que está constituida por los que se encuentran trabajando así como por los desempleados que buscan trabajo. En cambio, la población inactiva, lo constituyen los que no están en disposición de trabajar, como son los niños, la población anciana, jubilada o que sufren de incapacidad para el trabajo. 
Según el “Informe el Trabajo en el Mundo” de la OIT, el desempleo en el año 2014 ascendió a los 203 millones de personas. Decimos que ascendió porque se aprecia una tendencia de crecimiento. Así, el año 2013, la cantidad de personas desempleadas llegó a  202 millones y el año 2019 será de 213 millones, esto es, 5 millones más que el año 2012, lo que equivale al 6% de la población activa. Según otro informe de la OIT denominado “Tendencias Mundiales del Empleo” del año 2014, se afirma que el desempleo se acentúa  más en la población juvenil de 18 a 24 años de edad, que llega a 74.5 millones de personas y que supera el 13% de la población activa.
Un dato preocupante, para la América Latina, es la existencia de 22 millones de jóvenes comprendidos entre los 15 y 24 años de edad, que no estudian ni trabajan, los mismos que conforman el colectivo denominado como los ninis, y que se acentúan en países como Bolivia, Nicaragua, Honduras y Guatemala que se sitúan entre el 25% y 28%; y en el resto de países entre el 16% y 17%, dentro del total de personas de este grupo de edad. Tal como sostiene, Ernesto Rodríguez, “los ninis son una simple construcción estadística, a la que los medios de comunicación y los dirigentes han puesto un plus, al vincularlos con los problemas de inseguridad y violencia que sufre América Latina, estigmatizándolos”. Estos jóvenes se enfrentan a una falta grande de oportunidades[6], que en las encuestas declaran que si tuvieran otra opción no recurrirían a la droga o a la delincuencia.
En consecuencia, en países industrializados de Europa, el problema de los jóvenes es el paro y en los países  de América Latina, es el trabajo informal, que afecta a un 55% de ellos, sobre todo en Centroamérica y el área andina. Se trata de empleos precarios, eventuales, sin contrato, de muchas horas, con salarios exiguos, sin Seguridad Social. La razón de por qué las tasas de desempleo en  países europeos son tan elevadas, que llegan a un 25% de la población, se debe al paro imperante, mientras que en los países de América Latina, las tasas de desempleo son más bajas que oscilan,  entre el 10% y 12%, debido a que el subempleo atenúa o disfraza el paro o desempleo.  
En el Perú, según el INEI y de acuerdo a la publicación del diario Gestión del 26 de febrero del 2015, la PEA, durante el presente año, estaría llegando a los 17 millones 62 mil personas, con una tasa anual de crecimiento de 1.71%. Para esto hay que tener en cuenta que a fines del 2010, la PEA fue de 15 millones 676 mil personas.
Por lo tanto, la tasa de empleo es la parte de la PEA que está adecuadamente empleada[7]. En cambio, la tasa de desempleo es igual al porcentaje de la PEA que no tiene trabajo y que se encuentra activamente buscando trabajo. El propio INEI nos dice que el 76% de la PEA, es decir, 12 millones de personas que conforman esta PEA, no cuentan con empleo adecuado y por lo tanto no perciben beneficios laborales, haciendo presente que el grupo asalariado es el más bajo de la región. Sólo el 41.5% tienen empleo asalariado.
8.- Clases de desempleo.
La ciencia económica distingue diferentes clases de desempleo, tales como eldesempleo estructural, que es el resultado del desajuste entre oferta y demanda de mano de obra. Es decir, la oferta de mano de obra siempre es mayor que la que demanda el mercado. Se denomina estructural, porque es permanente y forma parte de la estructura económica de un país. Desempleo friccional, que tiene que ver con las personas que cambian de empleo y buscan uno nuevo, esto es van de un empleo a otro para mejorar. Se denomina así, porque abarca el tiempo que el trabajador deja de trabajar entre el momento que deja su empleo para conseguir otro. Tiene, pues, un carácter temporal; el desempleo estacional vinculado a las variaciones en el nivel de actividad económica de un sector a lo largo de un año, como el que se produce en la agricultura, cuyos trabajadores sólo pueden trabajar  en la época de  siembra o cosecha, mientras que el resto del tiempo no hay trabajo. Para luchar contra este desempleo, los trabajadores emigran de un lugar a otro, razón por la que popularmente se les denomina trabajadores “golondrina”.
También se suele considerar al desempleo cíclico,  vinculado a los cambios en el nivel de actividad de todo la economía, tal por ejemplo, el desempleo que se produjo , en Estados Unidos, a raíz de la crisis económica del año 1929 , así como en las crisis que se presentaron a partir del año 2008 y de la cual todavía no salimos, y que viene afectando a Estados Unidos y a los países europeos; el desempleo abierto, que consiste en no tener trabajo, en buscar trabajo y estar disponible en cualquier momento; el desempleo estacional, que se debe al cambio de estaciones del año. Así, por ejemplo, hay actividades que sólo operan en determinada estación del año, como  es la confección de ropa de invierno.
Tal como afirma el Instituto Apoyo, estos tipos de desempleo no pueden ser eliminados, pues dependen de circunstancias de difícil control. En cambio, otras formas de desempleo, vinculadas al funcionamiento de las economías, si pueden reducirse mediante políticas acertadas.
Una de las medidas para evitar el desempleo puede consistir en mejorar la educación de manera de vincularla con las necesidades del mercado, así como promover la inversión y el ingreso de capitales para combatir la principal causa del desempleo, que es la escasez relativa de capital en la economía[8]. Por ejemplo, qué sucede con una imprenta donde existen tres impresoras, habrá trabajo para tres operadores. Si el mercado lo permite, para poder dar trabajo a un operador más, será necesario adquirir una cuarta impresora para lo cual se requiere hacer la inversión correspondiente.
9.- El origen del desempleo.
El desempleo forma parte de la evolución histórica y social de la humanidad.  Arnold Toynbee (1889 - 1975) sostiene la tesis de que la historia hay que estudiarla a través de las sociedades o civilizaciones, que son resultados o respuestas de un grupo humano a los desafíos que sufre, ya sean naturales o humanos. De acuerdo a esta teoría una civilización crece y prospera cuando su respuesta a un desafío no sólo tiene éxito, sino que estimula una nueva serie de desafíos. Una civilización decae como resultado de una impotencia para enfrentarse a los desafíos que se le presentan[9].
Dentro de este contexto, las civilizaciones humanas han sufrido un grave desafío, que consiste en el cambio o pase de una sociedad campesina o agrícola a una sociedad urbana o industrial. La primera, en algunos casos, no supo dar una respuesta adecuada a los requerimientos humanos y la población se tuvo que trasladar del campo a la ciudad, en muchos casos haciendo grandes revoluciones. Es decir, se despobló el campo para concentrarse en las ciudades, por cuanto era la vía para que el trabajador agrícola ascendiera a la clase media, cuyas condiciones de desarrollo eran más atractivas. Esto ha ocurrido en todo el mundo y aún no ha concluido, como es el caso de la China, y otras civilizaciones, en donde la emigración todavía no termina[10].    
 De esta manera, se produce un desbalance entre los requerimientos de esta población emigrante y las ofertas de ocupación que hace la ciudad a esta población, originándose el desempleo que hasta el momento no se puede solucionar. El tratadista norteamericano, Samuel Huntington, (1927 – 2008) sostiene que aquí se ha producido un “choque de civilizaciones”, lo  que lo llevó, en plena guerra de Vietnam a justificar los bombardeos de las zonas rurales como forma de forzar a los partidarios de Vietcong a desplazarse a las ciudades. 
Pero el choque de civilizaciones puede enfrentarse de la manera como lo hicieron  los Estados Unidos y que lo puntualizan Milton y Rose Friedman, cuando señalan que al producirse la independencia de ese país, la agricultura era la actividad económica principal. De cada veinte trabajadores, diecinueve eran necesarios para las labores agrícolas de alimentar al país y conseguir un excedente para exportarlo a cambio de productos extranjeros. En la actualidad, sólo se necesita menos de uno por cada veinte trabajadores para alimentar a millones de norteamericanos y conseguir un excedente que convierte a los Estados Unidos en el mayor  exportador de alimentos en el mundo.
Para estos autores[11], la fuente de esta revolución agrícola fue la iniciativa privada que actuaba en un mercado libre abierto a todo el mundo y no a políticas centralizadas de gobierno. En otras palabras, el crecimiento de la productividad de la agricultura dependía de la revolución industrial. De ahí procedían las nuevas máquinas que revolucionaron la agricultura. A la inversa, la revolución industrial estaba supeditada a la disponibilidad de mano de obra que la revolución agrícola liberaba. La industria y la agricultura marchaban de la mano. Es decir había nacido una civilización agroindustrial.
Las ideas anteriormente expuestas corresponden a lo que podríamos llamar “el sueño del liberalismo”. Nadie le puede negar su autoridad a Milton Friedman en el campo de la economía. Por algo ostenta la categoría de Premio Nobel en economía que lo obtuvo el año 1976. El liberalismo sostiene que el rol del Estado, de intermediario en materia económica, es una desviación  que produce frecuentemente resultados deplorables que afectan la libertad y el bienestar de la gente. Para el liberalismo, el mundo está en peligro. Por eso es indispensable, analizar esa desviación del Estado y corregirla para la salud económica de todo el mundo.
Desde la abolición del feudalismo y el desarrollo de la burguesía que dieron lugar a la manufactura y a la aparición de la máquina, en la historia del hombre encontramos algunos otros sueños, que no son sino movimientos ideológicos que le dan un sentido y contenido al desarrollo de la humanidad. Tal sucede, por ejemplo, con la Revolución Francesa que es el resultado de concepciones de pensadores ingleses y franceses encaminados a la abolición del absolutismo y su reemplazo por una sociedad libre, pero que trajo serias dificultades, a pesar de sus principios de libertad e igualdad y de donde se desprende el liberalismo.
Lo mismo podemos decir del socialismo, cuyos principales gestores se preocupan por encontrar una solución a la preponderancia del capitalismo privado para hacer intervenir al Estado como un intermediario en la economía
Dentro de esos mitos encontramos también a Francis Fukuyama, conocido sobre todo por haber escrito el controvertido libro El fin de la Historia y el último hombre, el año 1992. En el mismo, el economista defiende la teoría de que la historia humana, como lucha entre ideologías  ha concluido,  Se ha dado inicio a un mundo basado en la política y economía de libre mercado que se ha impuesto a lo que el autor denomina utopías tras el fin de la Guerra Fría. Inspirándose en el idealismo alemán de  Hegel,  y en alguno de sus exegetas del siglo XX, sostiene que el motor de la historia, el thymos  platónico, se ha paralizado en la actualidad, con lo que Fukuyama califica el fracaso del régimen comunista, que demuestra que la única opción viable es el liberalismo democrático, constituyendo así en el llamado pensamiento único: las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la Economía.
La realidad histórica, como son el derribamiento de las Torres Gemelas en Nueva York, así como la crisis económica que sufren los  EE.UU y los países europeos, han  demostrado que Fukuyama  estaba equivocado.    
No obstante este debate, el  desempleo laboral se agrava  y se constituye en un problema preocupante, a partir de la década del setenta del siglo pasado, en que se produce la  crisis económica, después de la finalización de los treinta años gloriosos de la economía, causada por el alza del precio del petróleo, fuente energética de la industrialización y por la revolución tecnológica, que no viene a ser sino la profundización y mayor plenitud de la revolución industrial[12].
 10.- El subempleo.
 Existe un porcentaje de la PEA que  trabaja, por causas ajenas a la voluntad del trabajador, en jornadas inferiores a las normales y obtiene un rendimiento económico proporcionalmente menor. Es la situación del trabajador que hace un trabajo para el cual está sobre calificado, o trabajar involuntariamente a medio tiempo en lugar de tiempo completo. 
 La OIT, define al subempleo como la diferencia entre el empleo efectivo y el empleo teórico de la mano de obra. En términos económicos, es la diferencia entre el empleo efectivo de los recursos de la mano de obra y el  empleo  de los que la mano de obra disponible desearía y sería capaz de aportar. Por su parte, la IX Conferencia Internacional de Estadígrafos de Trabajo precisa que el subempleo existe cuando personas provistas de empleo no trabajan por tiempo normal y podrían o desearían efectuar un trabajo suplementario del que prestan efectivamente; o cuando sus ingresos o su rendimiento se verían aumentados si, teniendo en cuenta sus aptitudes profesionales, dichas personas trabajasen en mejores condiciones de producción, o cambiaran su profesión
11.- Clases de subempleo.
La doctrina[13] ha difundido algunas clases de subempleo, tales como:  el subempleo visible u horario incompleto en cuyo caso estamos en una prestación laboral reducida, debido por ejemplo a situaciones de crisis, como sucede en las jornadas de trabajo que pueden ser de 40, 35 o 30 horas semanales o diarias en las que sólo se laboran 5 horas.
El subempleo invisible, como puede ser la jornada a salario incompleto. En este caso se trabaja durante la jornada normal, pero a “ritmo lento”, “a media máquina”, pero se abonan salarios inferiores a los de las épocas estables.
El subempleo potencial o de producción incompleta, en el que los trabajadores que cumplen una jornada normal de tareas y que perciben salarios ajustado a la prestación realizada, pero resulta que ese personal debido a sus dotes individuales y su capacidad profesional, está en condiciones de rendir en mayor cantidad o más calificadamente, aunque no puede materializarlo por no encontrarse en la empresa condiciones de aumentar o mejorar sus productos. Lo mismo sucede con el contador o médico, que se dedican a ser taxistas por no encontrar empleo dentro de su rama profesional.
El subempleo accidental, tiene un carácter súbito, por causas fortuitas, como puede ser la carencia de materia prima, un siniestro, etc.
El subempleo estacional, es aquel que se registra cíclicamente en algunas actividades, que sin embargo no son las típicas de temporada, Ejemplo, un invierno caluroso que no requiera la ropa de invierno. 
El subempleo se convierte así en una forma de disimular las tasas de desempleo, tal como sucede en algunos países pobres del mundo que muestran desempleos estructurales, como el caso del Perú que se ubica en un 8% de la PEA,  pero sus tasas de subempleo bordea el 50%. En cambio, en países europeos la tasa de desempleo es mucho más alta, que sobrepasa el 20%, pero el subempleo es poco visible.
12.- El subempleo en el Perú.
Tal como sostiene Gustavo Yamada, Director del Banco Central de Reserva, en la Revista UNI>ERSIA del 25 de febrero del año 2015, los sectores con mayor subempleo son los siguientes: En el ámbito del comercio, el 56%; en la agricultura, el 47%; en la construcción, el 28%; en la manufactura, el 24%; en el sector servicios, 20%; en el ámbito minero, el 6%.
A nivel nacional, el 48% de la PEA está subempleada, y sólo el 52% de la PEA está adecuadamente empleada. Según datos  correspondientes al año 2008, los departamentos con mayor subempleo son Huánuco, con el 68%; Puno, 61%; Apurímac, 60%. En cuanto a los departamentos con tasas reducidas de subempleo tenemos a Lima, con 34%; Callao, con 36%; Tacna, con 38%.
13.- El subempleo de los profesionales.
 Como afirma el mismo Yamada, los profesionales en el Perú no tienen las habilidades requeridas por el mercado laboral, porque no están articulados con el sector productivo. Se debe tener una mano de obra calificada a la altura del aparato productivo, equilibrio que  debió haber controlado la Asamblea Nacional de Rectores, que últimamente ha sido reemplazada por una Superintendencia dependiente del Ministerio de Educación y  desde ya esperamos que aborde este tema que resulta fundamental en el desarrollo del país.
Esta falta de articulación podría hacer pensar que en un  país en vías de desarrollo está ausente el talento para asomarse a los progresos de la tecnología moderna y para realizar innovaciones originales, lo que no es exacto. Lo que sucede, es que en los países industrializados la tecnología se transforma con alta velocidad, mientras que los países en desarrollo se sienten satisfechos con hacer grandes esfuerzos para incorporarse, de alguna manera, en el mundo moderno dominado por la informática, y no reclaman ese derecho humano, altamente desconocido en la realidad, que es el derecho a la transferencia tecnológica.
Esta distancia, como sostuvo Rafael Caldera[14], se debe a que la tecnología y el capital son los instrumentos de dominación más poderosos y fuertes sobre los pueblos dependientes. Esa dependencia entre los países en vías de desarrollo y los países desarrollados, se debe a las limitaciones de los primeros para ingresar en la transferencia  de tecnológica creativa,  en la medida que sólo tienen acceso a la tecnología operativa necesaria para manejar los aparatos que compran. Este hecho hace que la llamada transferencia  de tecnología se limite a la tecnología operativa, que nos enseña a manejar los aparatos que crean o producen los países desarrollados, pero esa tecnología creativa, la tecnología fundamental, la alta tecnología,  esa está reservada para sus creadores.
Según el informe del Banco Central de Reserva del Perú, el 40% de los profesionales peruanos están subempleados, en la medida que los nuevos graduados universitarios toman empleos que no requieren un título universitario. Este es un problema que va creciendo, si se observa que el año 2004 sólo alcanzaba al 29%, con el inconveniente de que un subempleado puede llegar a ganar menos que un adecuadamente empleado.
En el Perú, las universidades improvisadas y de poca calidad educativa, cuya oferta llega al 75%, son la causa de esta clase de desempleo, al no existir un control adecuado por el órgano rector que correspondió a la Asamblea Nacional de Rectores, concretamente el CONAFU. Las carreras de humanidades,  ciencias sociales y ciencias económicas son las que registran un mayor grado de subempleo. Un profesional subempleado percibe, en promedio, un 30% menos de dinero que los profesionales que ejercen y tienen trabajo en el área que estudiaron.
Según la encuestadora, Trabajando.com, las 10 profesiones más demandadas, durante el año 2014, son las siguientes:
1.      Carreras administrativas de empresas;
2.      Contabilidad;
3.      Administración hotelera
4.      Administración de Negocios Internacionales:
5.      Computación e informática;
6.      Ingeniería Industrial, que pasó del 3° al 6° puesto;
7.      Administración financiera;
8.      Economía, que bajó del 4° al 8° puesto;
9.      Administración Industrial;
10. Marketing.  

14.- La flexibilización laboral como solución a la crisis económica.
Para hacer frente a esta crisis económica los países aplicaron una serie de reformas económicas con el fin de mejorar la capacidad de competir en los mercados internacionales y preservar los equilibrios macroeconómicos básicos.
Como sostiene la OIT, esas reformas así como los cambios experimentados por la economía mundial configuran un nuevo escenario estructural, caracterizado  por los procesos de globalización, privatización, liberalización económica, así como por las expectativas de la población para que los beneficios de una economía, más sólida, estable y un Estado más eficiente, se trasladen al progreso social[15].
Para lograr una mayor competitividad,  dentro del fenómeno de la globalización, se tuvo que recurrir a un proceso de privatización de la economía y a la flexibilidad laboral. En cuanto a la primera, se tuvo que cambiar la propiedad de la empresa de pública a privada y en términos generales una reducción de la participación del Estado en  temas como la inversión y el empleo, lo que dio lugar al aumento de la responsabilidad del sector privado y la importancia de los mercados en la asignación de recursos. En tal sentido, se puede señalar la reforma de la seguridad social que es incorporada dentro del sector privado, mediante la capitalización individual de las aportaciones, con lo cual se destruye el principio de solidaridad, para financiar un sistema que atenué la desigualdad entre los que más ganan  y los que  menos ganan.
En materia de empleo, la reducción y reestructuración del sector público, al ser liquidadas las empresas estatales, la responsabilidad de crear nuevos puestos de trabajo recae en el sector privado, el mismo que requiere de inversiones en bienes de capital, capacitación de personal, lo cual es fundamental para mejorar la productividad y la capacidad competitiva de los trabajadores. Sin embargo, el Estado es todavía responsable de generar las condiciones favorables para que los empleadores puedan crear puestos de trabajo.
El sector privado, al asumir su nuevo rol ha impuesto un nuevo orden laboral, precarizando el empleo, mediante un nuevo sistema de reglas que flexibiliza el modelo que encontró. En tal sentido se han modificado las condiciones de los contratos, afectando el principio de continuidad que tenía el contrato a plazo indeterminado y que solo por excepción, señalada en la ley, se podía suscribir el contrato a plazo fijo. Es por eso, que desde entonces la mayoría de estos acuerdos tienen un plazo de vencimiento y los de plazo indeterminado es una minoría. Igualmente, se ha implantado el despido arbitrario, en sustitución del despido causado  o justificado, que facilita el despido unilateral de los trabajadores, por parte de los empleadores. 
En una etapa de escases de oferta de empleo, el sindicalismo se ha debilitado y en otros casos  hasta se ha extinguido, en la medida que los despidos arbitrarios están dirigidos, en muchos casos, a los que ejercen el sindicalismo, tal como ha sucedido, por ejemplo, en nuestro medio con los trabajadores bancarios. En estos casos los trabajadores se sienten en la alternativa de preservar su puesto de trabajo, por precario que sea, aunque tengan que posponer su derecho a la libertad sindical.       
En nombre de una mayor productividad y competitividad, las empresas han optado por una política de reducir los costos laborales, en razón que estos forman parte del costo total de producción. De manera que una rebaja de los primeros  provocará una reducción del costo final del bien producido o del servicio prestado, con lo cual las empresas obtienen mayores utilidades. Este pensamiento ha originado el fenómeno de la informalidad de los empleadores, con el que afectan no sólo a los trabajadores, sino también a la economía del Estado.
De esta manera, algunos empleadores consideran que una reducción del costo laboral, conjuntamente con una mayor flexibilidad de los beneficios laborales, les permite ofrecer sus productos a mejores precios y aumentar los puestos de trabajo, pero con un efecto negativo sobre sus salarios y la calidad de protección social, sobre todo en materia de salud y pensiones. Se trata pues de empleos precarios muy lejos del trabajo decente que propone la propia OIT[16].
Como se puede ver la solución que ha puesto en práctica el liberalismo, en algunos países, obedece a criterios ideológicos ya superados por la misma corriente. Así, por ejemplo, se pretende aplicar las ideas del economista británico, John Stuart Mill, del siglo XIX, quien consideraba que las personas buscan obtener la mayor riqueza posible con el menor costo posible. Según  ese criterio, la teoría económica sólo es capaz de predecir aquellos fenómenos dentro de la sociedad que tiene lugar como consecuencia de la búsqueda de la riqueza, dejando de lado cualquier otra motivación humana que correspondería a otras ciencias sociales como son la sicología, la ciencia política o la sociología.
Pero a partir del siglo XX esa concepción tradicional de la teoría económica cambia, para dar paso a la economía moderna iniciada por otros economistas como son Alfred Marshall, Ludwig Von Mises, Lionel Robbins, quienes sostienen que “la economía  es, por un lado, una Ciencia de la Riqueza; y, por otro lado, aquella parte de la Ciencia Social de la acción del hombre en sociedad que trata sobre sus esfuerzos para satisfacer sus necesidades, en la medida que estos esfuerzos y necesidades son capaces de ser medidos en términos de riqueza, o en su representación más general que es el dinero”[17]. El rol del Estado, como intermediador económico es fundamental. Después de todo, el Estado es una respuesta a un requerimiento de la sociedad.
15.- Conclusión.
En conclusión, el desempleo y el subempleo son temas  que agobian a los países que no han sabido enfrentar ese choque de civilizaciones, que se dio como consecuencia de la emigración de la gente del campo a la ciudad. No supimos  crear una sociedad agroindustrial que asumiera el requerimiento de la civilización campesina, tarea  que aún  sigue pendiente y que podría  consistir en un retorno de la ciudad al campo.
Pero por otro lado, las ciudades tampoco asumieron el rol de la industrialización, que hubiera sido capaz de absorber, o por lo menos amortiguar, a esa población emigrante que vino del campo a la ciudad. También sigue siendo una tarea pendiente, haciendo que los centros urbanos cumplan esa función moderna. El Perú no es un centro industrial. Por el contrario, la comunidad peruana ha vivido a la expectativa de lo que la naturaleza le brinde, a través de sus materias primas. En otras palabras, es dependiente de la naturaleza y de las condiciones que le brinde la comunidad internacional.



[1] Nietzsche, Friedrich, El Anticristo, trad. Antonio Nicéforo, Lima, Editorial Vlacabo, 2009, pp.33 y 34.
[2] Teoría General del Derecho y del Estado, 3ra. Ed., trad. de Eduardo García Máynez, México, UNAM, 1969, pp. 324 y 325. 
[3] Gutiérrez-Solar Calvo, Beatriz, El autónomo económicamente dependiente: Problemática y método, Revista Aramzali Social N° 18, España 203, pp. 43 y 44.
[4] Ermida Uriarte, Oscar y Hernández Álvarez, Oscar, Critica de la subordinación, Parte I, Revista Laboral Chilena, abril del 2002, p. 67.
[5] Fernández-Baca, Jorge, Microeconomía, Teoría y aplicaciones, Tomo II, Lima, Universidad del Pacífico, Lima, 2000, p. 241.
[6] Los datos fueron publicados en un suplemento del diario “El País” del 27 de Julio del 2015.
[7] Instituto Apoyo, Economía para todos, Lima, Editorial bruño, 1997, p. 136.
[8] Ibidem, p. 162.
[9] Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Tomo IV, Barcelona, Editorial Ariel, S.A., 1994, p. 3548.
[10] Es pertinente referirse al episodio de los estudiantes campesinos, que siendo ya jóvenes, emigraron a centros urbanos, donde por primera vez comieron carne, posibilidad que no lo tuvieron en el campo.
[11] Milton y Rose Friedman, Libertad de Elegir, hacia un nuevo liberalismo económico, traducción de Carlos Rocha Pujol, Barcelona, Grijalbo, 1980, pp. 18 y 19.
[12] La revolución tecnológica se ha dado gracias a los inventos científicos recientes, tal por ejemplo, los adelantos de la electrónica que se vienen aplicando en el campo de la manufactura y de los servicios y que ha dado lugar al nuevo salto en el campo de la tecnología. En base a la aplicación de la electrónica ha surgido la cibernética, arte de construir y manejar aparatos y máquinas que mediante procedimientos electrónicos efectúan, automáticamente cálculos complicados y otras operaciones similares, proceso al que se denomina revolución tecnológica para diferenciarla de la revolución industrial. En conclusión, energía humana, herramienta, máquina y computadora constituyen hitos en la evolución tecnológica para la producción de bienes que hace posible la satisfacción de necesidades del hombre. (Para una mayor información se puede ver la ponencia del autor presentada al XIII Congreso Mundial de Derecho del Trabajo y  de la Seguridad Social, realizado en Atenas, Grecia en 1991, publicado en Rapports Nationaux, Théme I, p. 397).   
[13] Cabanellas, Guillermo, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomo 7, Buenos Aires, Heliasta, 2008, pp. 592 a 594.
[14] Derecho del Trabajo del Siglo XXI, Ponencia presentada al X Congreso Iberoamericano de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social del año 1989, Panel, El Futuro del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, p. 41.
[15] Organización Internacional del Trabajo, Trabajo Decente y Protección para Todos, Lima, Oficina Internacional del Trabajo, 1990,  pp. 17 y 18. 
[16] Trabajo Decente y Protección para Todos, Lima, Oficina Internacional del Trabajo, 1999. 
[17] Fernández-Baca, op.cit., Tomo I, pp. 30 y 31.

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